EL SECRETO PARA ENCONTRAR LAS MEJORES OPORTUNIDADES LABORALES

Vaya, vaya, creo que nunca en la vida había escrito un título menos atractivo que este: “el secreto para encontrar las mejores oportunidades laborales”. Es lo que tiene intentar aplicar el SEO a mi web, que el contenido adquiere un estilo robótico.

Pero centrémonos.

Hoy vengo a hablarte de lo importante que es no esperar sentado a que las cosas ocurran. Si no salir a buscarlas. Con actitud. Con ganas.

mano intentando coger una copa

Si te soy sincera, la mayoría de veces que he conseguido trabajos que han cambiado mi trayectoria laboral ha sido porque he ido yo a llamar su puerta con una buena oferta. Por ejemplo, hace unos años, cuando conocí Hello Creatividad, recuerdo que me paseaba por su web y solía entrar a la pestaña donde aparecía toda la plantilla de profesores que tenía algún curso en la plataforma. Les miraba con cierta envidia y pensaba para mis adentros: “Remy, un día vas a estar ahí.” Siempre he admirado mucho el trabajo que hacen en HC y yo quería formar parte de aquello.

Convertí ese deseo en un objetivo y fui poco a poco trabajando en él con el fin de cumplirlo. Primero empecé a participar en sus retos de Instagram y fui notando que Hello empezaba a saber que yo existía. Ya fuese porque le daban me gusta a una foto mía, porque destacaban alguna en un reto…

Cuando eso ocurrió y entré a formar parte de la comunidad tan bonita que tienen en Instagram, buceé concienzudamente por su web e investigué sobre todos los cursos que impartían.

Sabía de sobra que yo no podía llamar a su puerta con las manos vacías. Ni siquiera me habían invitado a entrar, por eso, si decidía interrumpir sus rutinas debía ir con una ofrenda apetitosa.

Así fue cómo, después de analizar su contenido, hice una lista de temáticas de cursos que no tenían en su plataforma pero que les podían interesar. Entre ellos, decidí decantarme por el de fotografía documental de familias, ya que era el trabajo que más estaba desarrollando en aquella época. Así que escribí un índice sobre los temas que podía tratar basándome en los índices que veía en sus cursos. Luego lo maqueté bonito en un PDF y les escribí un mail.

Justo antes de enviar el mail, un montón de mariposas se revolucionaron dentro de mí. Sabía que esto era una oportunidad que yo misma había creado para mí. Así que me dije: “Remy, si no lo aceptan, tendrás que seguir intentándolo, no vale venirse abajo.” Pulsé el botón y dejé volar libre a mi destino.

A los pocos días, llegó la respuesta. No te imaginas cómo me cabalgaba el corazón al abrirlo.

¡HABÍAN ACEPTADO MI CURSO!

Lo mejor de todo fue leer su respuesta. En ella me comentaban que esa no solía ser su manera de operar, que normalmente eran ellas quienes se ponían en contacto con quien veían que podía generar un curso interesante para Hello. Pero que en este caso, viendo lo mucho que me había esforzado en hacerme un hueco y proponerles un curso tan interesante, habían aceptado.

Así que ahora, cuando alguien que apenas me conoce me dice: “claro, es que tú tienes un curso en Hello”, - como si ya por eso me lloviesen las oportunidades en todo en la vida - me acuerdo orgullosa de todas las pequeñas victorias que he tenido a lo largo de todos estos años emprendiendo que me han costado tanto esfuerzo y sacrificio.

Ser profe en Hello, me ha abierto las puertas para crear mis propios cursos como el Método Antiresaca Fotográfica, las mentorías creativas y ahora está a punto de salir un nuevo curso muy molón que voy a impartir en el Foro Europeo sobre Comunicar con emoción a través de la fotografía, el storytelling y el marketing visual. Empieza el 16 de abril y ¡ya quedan poquitas plazas! En el link tienes toda la información para apuntarte.

Creo que todos tenemos un campo que hay que cultivar, cuidar y regar durante mucho tiempo. Y un día, cuando ya tienes las manos magulladas de tanto trabajar la tierra, empiezan a brotar las oportunidades. El mundo en general, pensará que tienes mucha suerte, pero tú te tocarás los callos de tus manos y sabrás que no es suerte, si no trabajo.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

TIPOS DE CLIENTES CON LOS QUE LOS EMPRENDEDORES TROPEZAMOS

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TIPOS DE CLIENTES CON LOS QUE LOS EMPRENDEDORES TROPEZAMOS

¿Con cuántos tipos de clientes potenciales te has cruzado por el camino? Seguro que nada más leer esto, te entra la risa y algún que otro suspiro de alivio/resquemor/hartazgo. Esto no me lo invento, lo sé porque fue un tema del que he hablado con muchos emprendedores de distintos ámbitos. Por eso he decidido elaborar una lista con los distintos tipos de clientes con los que los emprendedores tropezamos asiduamente. Allá van:

  1. Cliente ghost. Sabemos que está de moda el hacer ghosting en tus citas. Si has tenido la suerte de no sufrirlo, te lo explico rápidamente. El ghosting supone desaparecer de la vida de otra persona sin comunicárselo. Imagínate que has tenido un par de citas con un tio. Todo va bien, hasta que decides contárselo ilusionada a tus amigas y él, como si te hubiese escuchado y fuese el mismísimo Murphy aplicando la ley, te bloquea en las redes, no te contesta a los whatsaps y si le llamas, te conviertes oficialmente en una neurótica obsesivo-dependiente del amor. Se ha esfumado. Es Casper. Nunca ha existido. O quizás murió en un accidente de bici mientras iba a tu encuentro para gritarte que estaba completamente enamorado de ti. Bah, no flipes, esto sólo pasa en el Diario de Noah.

    Ahora traslada ese concepto al trabajo: ghosting laboral. Un cliente molón te escribe un email comentando lo mucho que le gusta tu trabajo. Tú te sientes halagada no sólo en el plano emocional. Si no también en el económico. Porque para qué engañarnos, hace demasiado que te estás preguntando si tienes algún talento real. Tu cartera de clientes es tan pésima que no sabes ya si realmente eres buena en lo que haces o simplemente le has cogido el gusto a esto de ser moderna y decirle a la gente que eres freelance. El caso es que la relación parece afianzarse. Intercambiáis varios emails y el tema se pone caliente. Parece que va a aceptar el presupuesto más caro que le has ofrecido. Hasta el chichi te hace palmitas de la emosió de imaginarte en un catamarán en verano brindando con tus coleguis por el currazo que te ha abierto las puertas al mundo de ser influencer y molar más que nadie. Pero de repente, una bola del desierto — concepto mayormente conocido por los concursantes de Pasapalabra como estepicursor — cruza dramáticamente tu bandeja de entrada durante largas jornadas laborales. Tu potencial cliente, en el que depositaste todas tus alegrías y facturas, ha dejado de subir contenido a la carpeta de Pinterest que le compartiste para crear un moodboard. Se ha esfumado. Es Casper. Nunca ha existido. O quizás está demasiado ocupado rechazando a otras marcas que no le apasionan tanto como la tuya y de ahí su retraso en contestar. Bah, no flipes, esto sólo pasa en la vida de las influencers que están sudando la gota gorda aprendiendo la coreografía de moda en Tiktok.

  2. Cliente tóxico. Todos hemos tenido una pareja de quien nuestras coleguis no recuerdan ni su nombre porque lo sustituiste por “ex tóxico”. Sí, ese típico amor que llega y arrasa con todo. Que te mira a los ojos y automáticamente se te caen las bragas, que hace que en vez de caminar, vayas dando saltitos por la vida como una princesa de Disney: grácil y perfecta. Pero después de demasiadas lunas llenas hinchándote a miel, te empalagas y te vas dando cuenta de que el tipo es un tanto psicópata y se enfada sin sentido, te comenta que esa falda es demasiado corta o que tu BFF está demasiado presente en tu vida. Adiós amor. Hola veneno.

    Pues como en el amor, desgraciadamente en el trabajo también ocurre. Te presento a ese cliente con el que en un primer instante todo fluyó mágicamente. Casi casi podíais escuchar a Bruce Lee susurrando: Be water my friend, mientras os mirabais cómplices y os confesabais: “qué fácil y divertido es trabajar contigo”. Fueron meses increíbles, donde intercambiabais cervezas post curro y audios de resacas culpabilizándoos la una a la otra, entre risas, por haber pedido otra ronda. Pero poco a poco, una nube oscura se fue cerniendo sobre vuestros tejados y comenzaron los comentarios de: “es que este diseño no está muy currado” y a ti te llevaban los demonios porque te habías pasado toda la noche realizando los cambios que te pidió. Y así, van surgiendo rencores que tú los vas dejando pasar porque joder, hay que ser water y fluir. Pero no contabas con que el agua puede ser tsunami también y una noche cervezas post curro, os envalentonáis, y os empezáis a gritar todo lo que no os gusta de la otra. Y el tsunami arrasa con Bruce Lee y sus primogénitos hasta llegar a vuestros linajes familiares. Adiós cliente top, hola sequía económica.

  3. Cliente DIY. Todas nos hemos enamorado alguna vez de un leñador. Si no ha sido en la vida real, en la fantasía sí. Es el típico hombre maravilla que sabe arreglar todos los desperfectos y a ti las pupilas se te ponen a bailar cuando lo ves manos a la obra. Una vez pasado ese efecto, te vas dando cuenta de que arreglar, arregla todo. Pero no te deja ayudarle, es controlador y para rematar, estéticamente no acierta en nada. Le dices: oye quizás deberíamos arreglar la escalera que se ha caído un trozo de peldaño. Y él, en vez de dedicarle amor y hacerlo bonito, pone un pegote de cemento. Poco a poco te va rompiendo el corazón y la paciencia. Hasta que un día dices: chao melón. Y él se queda con carita de perro pachón sin entender por qué te vas.

    En el trabajo, este perfil es el típico cliente que parece que te va a facilitar mucho la vida porque, aparentemente, sabe de todo. Te dirá que comprende cómo trabajas y el esfuerzo que inviertes en todo el proceso. Cuando le enseñes las fotos de producto que te encargó, te va a decir que son geniales. Pero… Al día siguiente te pedirá los archivos originales. Quiere editar las fotos él porque se hizo un curso de Lightroom y claro, ya lo sabe todo. Su ego le impide delegar tareas y eso reventará tu libertad y terminarás pidiéndole sutilmente que se vaya a hacer sus pinitos a Pinterest donde todo está lleno de grandes expertos en el Do It Yourself.

  4. Cliente famous. En el insti estaba el típico chaval un par de años mayor que seguramente jugaba al fútbol, tenía el culito apretao, pelaso y un carisma que arrasaba. En nuestras agendas a veces dibujábamos secretamente su inicial mientras nos imaginábamos chocando con él por los pasillos. Los apuntes de biología salían volando y al recogerlos, nuestras manos se rozaban, llovían unicornios y el arco iris montaba una party en el cielo — veíamos Dawson Crece, con qué esperabas que fantaseáramos—. Pero eso nunca ocurría y nos conformábamos con cruzar miradas con él o reírnos de sus gracias sin gracia. Vamos, que nos consolábamos con las migajas de su existencia. Menos mal que luego una crece y se da cuenta de lo absurdos que eran todos sus encantos y del terrible síndrome de idealizar al que toda mujer joven está condenada.

    El cliente famous en la vida laboral no juega a fútbol pero sí a ser influencer de su barrio. Te intenta captar desprendiendo carisma barato y te promete que si trabajas con él, se te van a disparar los trabajos y vas a ser famous del pueblo como él en cuanto le entregues tu trabajo bien hecho a bajo precio. Te hace sentir especial comentándote que sólo quiere trabajar contigo porque le encanta lo que haces.

    Huye rápido. Su éxito es como la espuma de las cervezas que sirven en la Latina, que llenan medio vaso pero no sirven más que para que se te hinche la tripilla de pedetes.

  5. Cliente PAS. Las Personas Altamente Sensibles son aquellas que, según una web que acabo de encontrar, procensan toda la información recibida de una manera intensa y profunda. Se emocionan con facilidad ante un sinfín de situaciones y cosas que le tocan el alma por su belleza y pureza. Vamos, que son intensos a más no poder.

    En el amor, los podríamos definir como aquellos seres que te miran como si te estuviesen escarbando en el alma o que, para darte los buenos días por whatsapp, te escriben poemas como si fuesen el mismísimo Neruda, o que publican cuánto te aman en las redes sociales. A algunas supongo que esto os encantará, y a otras, como a mí, os hará arrepentiros de no haber hecho running en vuestra vida porque querréis escapar muy lejos pero enseguida os entrará el flato.

    Este será el cliente fan a muerte de lo que haces. Todo le encanta, tú le flipas y pone tu trabajo sobre un pedestal al nivel de genios como Einstein. En un primer momento, mola porque te sube el ego hasta el trono sobre el que Dios descansa, pero ya sabemos que, cuanto más alto, más posibilidades tienes de matarte al caer. Trabajas para él con mucho nerviosismo e inseguridades porque espera que tu trabajo esté al nivel de la Capilla Sixtina de Michelangelo.

    Lo das todo de ti y al final, es el cliente más agradecido del mundo. En realidad, es el mejor cliente del mundo pero ou mamma te ha absorbido toda la energía y necesitas reposo de una semana viendo Friends en cama.

Estaría genial crear un club de emprendedores anónimos donde pudiésemos desahogar nuestras penas con los clientes sin miedo a ser juzgados. Una especie de terapia para calmar nuestras ansias de matar cuando escuchamos la típica frase de: el cliente siempre tiene la razón.

Y a ti, ¿se te ocurre algún otro tipo de cliente que añadir a mi lista negra?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

¿DÓNDE SE ESCONDE LA INSPIRACIÓN?

¿Dónde se esconde la inspiración?

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Después de muchas charlas con gente creativa y artistas, me da la sensación de que son muchos los que creen que la inspiración llama a tu puerta cuando le da la gana y si tienes suerte, estarás dentro para darle la bienvenida.

Sin embargo, no estoy del todo de acuerdo con esta suposición. Si pensase así, le concedería una parte enorme de mi talento, a una inspiración caprichosa que viene y va a su antojo. Como Gordo cuando sabe que llevo chuches en el bolsillo y no deja de atosigarme hasta que se terminan.

Está claro que la inspiración existe, pero prefiero concederle mucho más valor al trabajo y a la constancia que a los caprichos del destino. Decía Pablo Picasso: “cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando” o Freud: “Cuando la inspiración no me encuentra hago medio camino para encontrarla”.

Aclarado este punto, tengo muchas ganas de compartir contigo una TED TALK que está entre mis top sobre inspiración, creatividad y sobre qué hacer con tu vida cuando tienes muchísimo éxito con algo y crees que eso no va a volver a ocurrirte. En esta charla Elizabeth Gilbert -que pegó un boom brutal con su libro “Come, Reza, Ama”-, reflexiona sobre las cosas imposibles que esperamos de artistas y genios. Como si por alcanzar el éxito, ya les concediéramos algún súper poder al que el resto de humanos no podemos aspirar. No te voy a hacer más spoiler, sólo te digo que te va a flipar verla:

Qué importante es el proceso creativo, ¿verdad? Y sobre todo, conocerte a ti misma, saber qué buscas, por qué y para satisfacer qué.

Recuerdo que cada vez que tenía dudas sobre decisiones importantes, mi terapeuta solía preguntarme: ¿para qué quieres hacer eso, Remy? Y yo le respondía automáticamente: “porque me hace…”. Ella me interrumpía rápidamente: “No te he preguntado por qué, si no para qué. El por qué apunta a las causas racionales de algo y es fácil de responder. El para qué, en cambio, responde a tus propósitos y posibilidades. Le da un sentido emocional a todo. El por qué le está preguntando a tu mente, el para qué busca la respuesta en el corazón.

Desde entonces, cuando me surgen bloqueos o necesito responderme cuestiones importantes, los minions que llevo dentro saltan todos a la vez y repiten sucesivamente y al unísono: ¿PARA QUÉ? ¿PARA QUÉ? ¿PARA QUÉ?

Y tú, ¿para qué creas?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

¿TE CONSIDERAS UNA PERSONA CREATIVA CON SUPERPODERES?

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¿TE CONSIDERAS UNA PERSONA CREATIVA CON SUPERPODERES?

Una escucha la palabra creativa y echa a correr. Hemos nacido en una sociedad donde el trono de la creatividad está reservado para sólo unos pocos. Cuando en realidad, TODOS SOMOS SERES CREATIVOS. En la RAE definen la creatividad como la facultad de crear y la capacidad de creación. Por tanto, todos estamos dentro de ese paquete.

Otra cosa es que quieras asumir la responsabilidad que conlleva considerarte creativo. Porque ojo, todo super poder tiene su parte oscura. En este caso, si sabes que puedes crear cosas de la nada, puede ser que te venza el miedo de enseñarle al mundo una parte muy íntima de quién eres. O que incluso te aterre descubrir esa parte oculta de ti mismo.

Conocerse a uno mismo puede ser, en muchas ocasiones, tan liberador como aterrador.

Si aún estás dudando sobre si lanzarte al abismo de la creatividad, te voy a contar las herramientas que yo utilizo para ser más creativa en mi trabajo:

  • CANVA. Esta plataforma cuenta con un montón de plantillas para maquetar y diseñar en todo tipo de formatos. Para mí es una salvación cada vez que tengo que diseñar creatividades para las redes sociales, newsletters, tarifas… Me quita el miedo de diseñar a partir de una hoja en blanco y me da la libertad de adaptar la estética a lo que estoy buscando de un modo intuitivo y sencillo. Tiene versión gratuita y de pago.

  • COLOURLOVERS. Esta web es mi fuente de inspiración para encontrar colores que se complementen y con los que jugar en diseños. Muchas veces, cuando estoy planificando una sesión de fotos, vengo aquí a buscar una paleta de colores que representen la edición final que quiero que tenga el reportaje. ¡Échale un ojo y me cuentas qué opinas!

  • ASANA. Hay quien afirma que cuanto más caótico se es, más creativo se siente. En mi caso, prefiero que la inspiración me pille centrada porque si no, tal y como viene, se va. Por eso, Asana es una herramienta top en cuanto al emprendimiento y la creatividad. Con Asana vas a mantener tus tareas súper organizadas y vas a poder apuntar todos los proyectos que tengas en mente e ir tachando las partes del proceso que vayas terminando. Desde que la descubrí, he ganado en cuanto a organización, tiempo y creatividad.

  • KEYWORDSHITTER. Cuando quiero hablar de un tema en mis posts pero no tengo claro de qué concretamente, suelo venir a esta web para que me dé ideas nuevas relacionadas con el tema. Es un complemento genial para hacer brainstorming y darle una vuelta a las ideas que te rondan dentro.

  • PIKTOCHART. Es una plataforma similar a CANVA pero enfocada totalmente a infografías. Yo soy un paquete en este arte y es genial contar con plantillas que hacen de esta tarea algo divertido y creativo.

  • PINTEREST. Si alguien por aquí no conoce esta red social para encontrar inspiración, no sé ni para qué utiliza internet. Sin Pinterest la vida creativa tiene menos sentido. Cuando me aburro creo carpetas ocultas con todo lo que quiero hacer para que mi vida sea como en las películas.

Y tú, ¿qué herramientas secretas utilizas para potenciar tu creatividad? Venga, ¡soy toda oídos!

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

EL CAOS PRODUCTIVO DE VIVIR EN DOS LUGARES

EL CAOS PRODUCTIVO DE VIVIR EN DOS LUGARES

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El caos productivo de vivir en dos lugares tiene su explicación. Tengo decenas de cuadernos y aplicaciones que, cuando las compro o me las descargo, me digo a mí misma: Remy, este cuaderno lo vas a utilizar para apuntarte ideas que te vengan en la ducha. Esta aplicación para anotar frases que te inspiren a crear fotos… Y, ¿sabéis qué?

NUNCA CUMPLO NADA DE LO QUE ME DIGO.

Por eso llevo un par de días intentando encontrar un tema del que hablaros en el blog. Sé que en algún cuaderno escribí sobre un montón de temáticas. Pero vete a saber dónde está. Porque además, estoy de mudanza — me da que voy a utilizar esta excusa en múltiples ocasiones a partir de ahora —. Pero bueno, el viernes pasado en los Desayunos Creativos que hacemos los viernes en Clubhouse Lydia Fernández, Ariadna Carrascull y yo, comentaba Lydia que ella, cuanto más productiva es, menos creativa se siente.

Así que sigamos adornando nuestro caos y abracemos fuerte esta idea de que no se puede tener todo en la vida y de que ser un desastre organizativo en épocas apocalípticas, está de moda. Si alguien diseña una camiseta o una taza o un llavero en el que ponga: “Fuck productivity”, se la compro. Es mi nuevo slogan de vida.

En realidad creo que todo este desorden mental se debe más que nada a que, como estoy a medias entre dos casas, no consigo concentrarme como debería. Una la tengo patas arriba con todas las cosas rebosando en cajas, y la otra vacía, esperando impaciente a que la llame hogar.

Qué importante es eso, ¿verdad? Tener un espacio al que llamar hogar. En mi caso, después de tantos años trabajando en casa, me he dado cuenta de lo importante que es poder volver a un lugar que sea tuyo de alguna manera. Hasta la fecha, lo único que he considerado de mi propiedad ha sido a mi perro Gordo y a mi furgo Blackie. Nunca me había preocupado mucho la idea de tener una casa porque siempre me escapaba a viajar con la furgo cuando me agobiaba. Pero después de tanto tiempo confinada, mis prioridades han cambiado. No me entiendas mal, estoy deseando que abran fronteras y poder escaparme. Pero también pienso que poder pintar una pared de tu color favorito es como cuando un perro mea en una rueda y ya la considera suya y se siente empoderado.

Así que en esas estoy, eligiendo la paleta de colores que va a adornar mi casa, pensando qué sofá poner en ella y dándole vueltas a la idea de que quizás decorar mi casa con fotos mías puede ser un tanto narcisista. Pero oye, que te aseguro que en mi caso, el refrán “en casa de herrero cuchillo de palo” no se va a cumplir. Moriré narcisista.

En resumen, que tengo Pinterest echando fuego, mientras que mi cuenta bancaria está a punto de darle un bajón de tensión de esos que te piensas que te vas a morir en el acto.

Pero bueno, estoy abierta a sugerencias sobre mi hogar y sobre otro cualquier tema del que quieras que hable. Que me propuse escribir un post semanal y eso sí que lo tengo que cumplir como sea.

¡Ale feliz semana boniquers!

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

¿QUÉ ES UN SHOOTING DE MARCA PERSONAL?

SHOOTING DE MARCA PERSONAL

Uno de los proyectos en los que me quiero centrar en este 2021 es este: shooting de marca personal. El proyecto nace porque cada vez tengo a más mujeres emprendedoras a mi alrededor y me motiva muchísimo conocer sus historias, entender por qué emprenden e inspirarme en sus proyectos. Creo que hay algo mágico en la manera en la que las mujeres solemos darle vida a un proyecto. No tiene nada que ver con el dinero, si no con algo más emocional, con creer en una misma y darnos a nosotras mismas la importancia, el valor y la confianza que, durante muchos años, no nos hemos atrevido.

Por eso, cuando Pau Amoretti me contactó y me dijo: “Remy, acabo de lanzar mi marca como estilista digital y creo que eres la fotógrafa idónea para enseñarle al mundo quién soy realmente”, yo di saltos de alegría. Nos pusimos a trabajar mano a mano en todo: localizaciones, fotos para la web, contenido para redes sociales, estilismo, colores…

Lo que me gusta de los shooting de marca personal es que la persona a la que voy a retratar, se implica muchísimo en el proyecto ya que de eso depende gran parte del resultado. Porque yo puedo hacer buenas fotos pero si los objetivos no están claros, no lograremos el resultado idóneo. De ahí que la planificación del shooting sea tan importante. Es en el proceso donde yo recopilo mucha información sobre la persona que voy a retratar: aprendo sobre sus gustos, su estilismo, su rutina diaria, sus objetivos laborales y personales… Cualquier detalle sobre ella es un tesoro que pretendo utilizar en la sesión de fotos.

Después, llega el momento de mayor valentía: ponerse frente a mi objetivo. Y es que es complicado querer lanzarse y dejarse ver en la mirada de otra persona.

A través de la fotografía nos reconocemos. Una foto desenmascara, habla honestamente sobre quién eres y enseña, sin pudor, tu alma al mundo entero.

Ser fotografiado es, en su más pura esencia, un acto de indudable valentía.

Pero es justamente ahí cuando, al empezar a hacer click, se crea una complicidad única entre nosotras. Es como si al dejarse mirar sin prejuicios ni miedos, nuestra intimidad madurase y por fin pudiésemos conversar de un modo auténtico y sin filtros. Todo eso se refleja en mis fotos. Creo que no hay nada más mágico que acercar mi cámara a una persona y que me mire de esta manera.

Tras aquel trabajo, Pau y yo comenzamos a darle forma a lo que bautizaríamos como shootings de marca personal. Nos dimos cuenta de que nos compenetrábamos genial trabajando juntas y que nuestro proyecto podría ayudar a un montón de mujeres y a sus marcas personales. Decidimos que ella trabajaría en la imagen de los looks para que fuesen acordes a la imagen de marca de la clienta. Mientras, yo me centraría en hacer click y explotar al máximo la sesión de fotos para proporcionar a la clienta contenido visual de alta calidad para cumplir con los objetivos que busca a través de su marca personal.

Justo cuando le dimos forma al proyecto, apareció Mar Vidal y nos dijo que nos necesitaba para mejorar la imagen de su marca personal ya que iba a lanzar una nueva web: www.marvidal.com. Así que nos plantamos en Asturias y pasamos un par de días riendo, haciéndole fotos en su huerto, en su estudio, trabajando, con sus terremotos preciosas… Y bebimos vino, nos reímos mucho, nos abrimos en canal -emocionalmente hablando- y nos hicimos amigas. ¿Cómo no íbamos a serlo después de compartir tanto en tan poco tiempo?

Supongo que esa es la magia de los shootings de marca personal, que parece que sólo vamos a hacer fotos, cuando en realidad vamos a descubrir quiénes somos.

Así que ya sabes, si necesitas imperiosamente una sesión de fotos para tu marca y además, hacerlo en un clima distendido, con mujeres que van a entender perfectamente lo que buscas y cómo te sientes, ya sabes cómo encontrarnos.

¡Feliz día hermosuras!

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

SEIS REGALOS FOTOGRÁFICOS PARA SALIR DEL PASO

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SEIS REGALOS FOTOGRÁFICOS PARA SALIR DEL PASO

Durante toda mi vida, mi padre siempre me ha regalado lo mismo por mis cumpleaños y demás eventos: libros. Supongo que por eso, yo empecé a hacer lo mismo. Porque se pueden regalar cosas prácticas como un móvil, un coche, un ordenador… Pero regalar palabras tiene, al menos para mí, un significado más profundo.

Cuando alguien me regala un libro, me lo imagino rebuscando en una librería algo que pueda atrapar mi atención. Ojeando historias y sonriendo al ver un título que sabe que me va a encantar. No sé, hay algo mágico en ese proceso.

No es el regalo en sí, es el tiempo que ha dedicado esa persona en intentar hacerte feliz.

Por eso yo siempre regalo libros. Y desde hace un tiempo, también fotos. Me gusta imaginar las casas de mis personas favoritas, con fotos mías alegrando los rincones. Supongo que eso, o poder disparar a las personas que quiero para inmortalizarlas (¿te acabas de dar cuenta de la increíble paradoja que acabo de crear?) es más un regalo que me hago a mí misma, que a ellos. Y además, para qué engañarnos, sale bastante más asequible que comprarles un ordenador o una bicicleta.

Aún así, a mí me encanta regalar (o que me regalen) cosas creativas de cualquier índole. Aprender siempre es de recibo y más si es de un modo divertido. Así que aquí te dejo seis regalos fotográficos para salir del paso. Por si te inspira alguno:

  1. Cualquier curso molón de Hello Creatividad. Sí, sí, que soy profe en Hello y que esto igual te suena a publi barata. Pero te aseguro que a parte del mío, he hecho varios cursos que tienen y de todos he sacado un montón de cosas útiles para aplicarlas a mi fotografía, a mi marca personal y a mis hobbies. Échale un ojo y ya verás cómo alguno atrapa tu atención.

  2. Mini impresora de fotos. Este es el típico regalo cuqui con el que, todas las que amamos la fotografía, nos encaprichamos en algún momento. Yo tengo la Canon Zoemini que imprime fotos súper chiquitas que además son pegatinas. Evidentemente los colores no tienen la calidad de una impresora profesional, pero el poder ver las fotos imprimiéndose es una maravilla. Y el regalarlas en el mismo momento de hacerlas, no tiene precio.

  3. Libro el Camino del Artista. Partiendo de la base de que todos somos seres creativos, este libro es idóneo para cualquiera que quiera explotar su faceta artística en cualquier ámbito. Se trata de una serie de ejercicios que van a hacer que tu nivel creativo explote. Si estás bloqueada/o y no sabes hacia dónde quieres avanzar, éste libro te dará las respuestas.

  4. El Método Antiresaca Fotográfica que curiosamente he creado yo. Si tienes a alguien a tu alrededor que hace muchas fotos pero que nunca te las enseña, es porque suele estar de resaca fotográfica. Es decir, le encanta hacer fotos, pero luego odia tener que editarlas porque pierde mucho tiempo. Con este método, ese amigo que siempre hace fotos en los viajes pero que nunca os las enseña, no tendrá excusa para entregaros vuestras fotos del viaje a China, a Australia o al fin del fucking world.

  5. Imprimir fotos en Cheerz. El año pasado por Navidad, hice una selección de mis mejores fotos del año y las imprimí todas en formato Polaroid. Pensaba que terminarían guardadas en alguna caja de recuerdos pero son tan chulas que, de vez en cuando, cambio la decoración de la casa, y coloco nuevas. Con mi código REMDOEK os hacen un descuento de 5€ y a mí, me regalan 5€ para que me gaste en imprimir más cosas. ¡Es un winwin en toda regla!

  6. El libro que mi hermano Pepe y yo hemos escrito: Locos, estúpidos, turistas blancos. Si con la crisis del Covid y tal y cual, no tienes ni 2€ para gastar… No worries! ¡Este libro es GRATIS! Puedes descargarlo directamente en el ebook. Las risas están aseguradas, confía en mí.

Ojalá que alguno de estos regalos te encaje y puedas hacer feliz a alguna de tus personas favoritas. Yo nunca he sido mucho de tener detalles pero este año COVID me está obligando a no poder ver a muchas personas y eso hace que me enternezca y me apetezca cuidar mejor de los míos. Por eso, se me ha ocurrido que cada cierto tiempo voy a hacer pequeños sorteos molones para ver si así, me puedo colar en vuestras casas de alguna manera. ¿Quieres saber de qué trata el primero? Te doy dos pistas: tiene que ver con la fotografía y con escribir cartas… ¡Entra en mi cuenta de Instagram para descubrirlo!

Así que nada… ¡Cuidaros mucho, abrazad poco y reíd hasta que duela!

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

LOCOS, ESTÚPIDOS, TURISTAS BLANCOS

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Quizás no sabes que tengo un hermano que se llama Pepe y que vive en México. Es tan calvo como buena persona. También tiene una perrita paralítica que va con silla de ruedas y que se llama Pepis. Antes de vivir en México ha estado viajando alrededor del mundo durante unos cuantos años. Imagínate la de aventuras que lleva en la mochila. Pepe es una de esas personas que siempre quieres tener cerca.

Mi madre vive preocupada pensando que quizás su hijo termina siendo un mendigo porque el dinero le importa muy poco y las personas, demasiado. Yo siempre le contesto que quizás, si todos fuésemos más como él, no existirían los mendigos.

Pero yo no he venido aquí a hacerle la pelota a mi hermano, si no a hablar de mi libro. Bueno, de nuestro libro en este caso. Tras muchos años de trabajo, vagancia, procrastinación... Por fin, hemos decidido publicar nuestro libro titulado “Locos, estúpidos, turistas blancos”. El libro es TOTALMENTE GRATUITO y en esta web podéis encontrar los enlaces de las diferentes tiendas donde se encuentra disponible para descargar.

Imagino que ahora mismo te estás preguntado: “Pero el libro, ¿de qué va?” Pues he aquí la sinopsis:

"En la Nochevieja de 2016, cuatro locos se escapan de un psiquiátrico en España. Ellos afirman no estar locos mientras se embarcan en una gran aventura que les llevará a vivir intensamente un montón de historias psicodélicas, dramáticas y divertidas por Europa del Este, Oriente Medio y Asia Central.

Esta novela te va a hacer replantearte si en realidad, todos estamos locos y simplemente nos negamos a reconocerlo porque es más sencillo vivir así.

Te prometo que vas a reír, a llorar y a emocionarte con cada uno de estos cuatro locos que lo único que buscan en su camino es la libertad."

Ojalá os guste leerlo tanto como a nosotros nos ha gustado escribirlo. Cualquier crítica negativa nos podéis escribir por privado. Las positivas en cambio, podéis dejárnoslas en las reviews de las diferentes páginas para motivar a que más personas lo lean.

Gracias y ¡abrazos hermosuras!

PD: Si ya planté un árbol — que luego murió — y ya he escrito un libro, ¿sólo me falta tener un hijo o debo plantar otro maldito árbol?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

LOS MAYORES FAILS QUE HE TENIDO EN EL MUNDO LABORAL

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Los mayores fails que he tenido en el mundo laboral

Últimamente la gente me comenta mucho que se ve que me está yendo bien en el trabajo y que cada vez comunico mejor y avanzo a buen puerto con mi marca personal. A mí me entra la risa porque en realidad, entre bastidores, ando un poco desquiciada haciendo malabares para llegar a fin de mes de una manera digna y aprendiendo un montón de cosas a la vez para no quedarme atrás. Esto es como esas parejas que ves en redes sociales que están todo el día demostrando al mundo cuánto se quieren pero en la vida privada ni se miran a la cara. Sólo que yo no tengo que aguantar a ningún guaperas postureta. Eso sí, tengo a mi Gordo que me suele dar lametones cuando me voy quedando sin energías y eso reconforta bastante más que un: “Te quiero nena”.

Bueno, que me lio con las comparaciones y no avanzo con el mensaje. Lo que quiero decir es que no es oro todo lo que reluce. Que a veces me da pánico la sociedad en la que nos estamos convirtiendo al ver que nos creemos todo lo que se muestra en redes sociales, cuando en realidad el verdadero trabajo, esfuerzo y sacrificio está teniendo lugar tras el telón.

Así que, se me ha ocurrido hacer una lista con los mayores fails que he tenido en el mundo laboral. Para así mostraros que es, tras las cámaras, donde realmente ocurren las cosas importantes y que, aunque no os vaya contando mis fracasos, estos son protagonistas de mucha parte de mi vida diaria. Allá voy:

  • Cuando terminé la carrera de Publicidad y RR.PP. entré a trabajar en prácticas en una pequeña empresa que estaba intentando despegar y se dedicaban a hacer cortos y videojuegos en 3D. Mi labor era gestionar su comunicación y conseguirles clientes. Pensaba que les iba a hacer crecer inmensamente porque claro, había estudiado muchos casos de empresas en la uni y en aquellos tiempos, creía que leyendo se aprendía más que haciendo. Pues evidentemente, fue un FAIL en toda regla. Mi despedida se resumió en cero clientes en cuatro meses y un “hasta nunki Remy” por parte de los jefes.

  • Después tuve suerte y trabajé de becaria en una editorial encargándome también de temas de comunicación, diseño gráfico y gestión de contenidos. Todo iba genial hasta que… Un día mi jefa vino a verme y me dijo entre risas:

    — Remy, te he visto en vídeo y salías muy favorecida.

    — ¿Cómo que en vídeo?— le contesté nerviosa mientras hacía un repaso mental de cuáles de mis momentos estelares podían haber sido grabados. (En este punto debes tener en cuenta que yo era muy joven y siempre había soñado con ser una estrella de Rock. Entonces cuando salía a bailotear y me bebía un par de chupitos de jagger pues me convertía en Jimi Hendrix o Patti Smith. La única pega es que no tocaba la guitarra ni tampoco tenía un tono de voz dulce).

    Mientras me guiaba a su despacho para que viera mi vídeo caí en la cuenta: “Maldita sea, el vídeo de las fiestas de mi pueblo cuando me subí al escenario”. Si no conoces la historia, pincha en el link y ríete un rato.

    Pues eso, que mi jefa y los 200 empleados de la empresa habían visto un vídeo de la becaria subiéndose a un escenario robándole el micrófono al cantante y coreando su nombre. Yo, que me había labrado una reputación de adorable y trabajadora en la empresa, con un simple click a Youtube lo había perdido todo.

    Lo bueno fue que tenía una jefa bastante molona y no me despidieron. Pero ojo, si en algún momento de tu existencia te encuentras en una situación en la que a tu alrededor hay botellas de jagger y cámaras de vídeo, no confíes en que algo bueno vaya a salir de ahí.

  • Tras mi experiencia de becaria, a mi hermano Pepe y a mí nos dieron una beca para montar un cementerio virtual. Sí, tal cual lo oyes. Mi hermano se encargaba de programar escenarios en 3D de cementerios reales y yo de diseñar la web, escribir contenido sobre la muerte y demás tareas bizarras. A mí me dieron varias subvenciones por ser valiente y lanzarme a emprender con una idea tan tan… No encuentro un calificativo adecuado. No conseguimos ningún cliente porque la comunicación no era efectiva: todos estaban muertos. El dinero que recibimos se lo terminamos regalando a Hacienda en un gran porcentaje y ahí descubrí que lo de tener una empresa y pagar muchas cosas sin tener ingresos no era muy divertido.

  • Luego trabajé en un estudio de fotografía donde era inversamente proporcional lo poquísimo que cobraba con lo que trabajaba. Pero no me importaba porque me encantaba lo que hacía. Vamos, que no valoraba nada mi tiempo y era tan imbécil que podría haberlo hecho hasta gratis. Ahora odio escuchar a emprendedores que están lanzando su negocio decir eso. Nunca digáis esa frase. Sí importa lo que trabajes. Siempre importa.

  • Me di cuenta de que odiaba que alguien me pusiese horarios o me mandase tareas absurdas y decidí que quería volver a ser mi propia jefa. Emprendí como Fotógrafa de Bodas y me fue bien. Pero cuanto mejor me iba más odiaba el trabajo. Así que lo dejé. Un día me levanté y dije: ya no soy fotógrafa de bodas. Y volví a ser pobre porque nunca había pensado en lo importante que es en la vida tener un Plan B para todo.

  • Uno de mis últimos fails laborales más heavys ocurrió el otro día cuando lancé Mi Método Antiresaca Fotográfica. Llevaba preparando el contenido muchos meses y dedicándole todo mi amor porque era el primer curso que lanzaba por mi cuenta. Días antes del lanzamiento había estado haciendo pruebas del método de pago y cuando lo lancé se me olvidó desactivar el modo de prueba. A los días, al ver que había gente interesada pero que nadie compraba me extrañe y fui a revisar todo. Me di cuenta de que nadie podía comprarlo porque estaba en modo prueba: ¡BRAVO!

Y tú, ¿qué FAILS has tenido en tu trabajo? ¡Vamos a compartirlos que así se hacen más pequeñitos y nos reímos de nuestras desgracias!

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

SEIS CURSOS ONLINE QUE TODA EMPRENDEDORA CREATIVA DEBERÍA HACER

SEIS CURSOS ONLINE QUE TODA EMPRENDEDORA CREATIVA DEBERÍA HACER

A estas alturas de la vida, dudo mucho que me vayas a encontrar cursando una nueva carrera universitaria. Aunque he de reconocer que echo muchísimo de menos comprarme bolis y carpetas nuevas en septiembre. Quizás por eso soy tan aficionada a los cursos online. Así que he decidido hacer una lista de mis cursos online favoritos hasta la fecha ya que, nos vuelvan a confinar o no, siempre está bien tener en la recámara conocimiento extra para cuando el cerebro se levante con ganas de aprender.

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DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 58. TE ESPERO DONDE HUELA A SALITRE

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 58. TE ESPERO DONDE HUELA A SALITRE

Una vez leí que los acontecimientos más estresantes de la vida suelen ser, en primer lugar, la muerte de alguien cercano a ti y pocos puestos más abajo, están las mudanzas. He pensado que quizás no es el hecho en sí lo que nos estresa, sino el miedo a cambiar algo que dábamos por hecho que iba a ser así siempre.

Por eso, las experiencias más dolorosas de mi existencia siempre han sido despedidas. Algunas llevaban mucho tiempo planificadas y me fue más sencillo aceptarlas. Otras, fueron repentinas.

Nunca he sido buena lidiando con unas, ni con otras. Para qué engañarnos, huyo del drama tanto que cuando me pilla de sorpresa, intento ponerle mi mejor cara y actuar como una buena anfitriona. Porque creo que si no permito que note cuánto me perturba su presencia, el dolor se marchará de golpe, tal y como ha llegado. Evidentemente, nada de eso sirve.

Una de las despedidas más duras que he vivido fue cuando mi madre se fue a vivir a Senegal. Mi padre se había ido unos cuantos meses antes, y ella estaba terminando de cerrar asuntos para poder irse libremente y crear de nuevo un hogar en África. La acompañamos todos los hermanos al aeropuerto y en el coche, recuerdo que suspiraba mientras veía pasar frente al cristal, toda la vida que había fabricado con sus hijos en Pamplona. Nunca había visto a mi madre tan triste. No es que no deseara irse, si no que no quería abandonarnos a nosotros. Ella sentía que dejaba desprotegida a su pequeña tribu y era indiferente a lo mucho que le insistiéramos de que íbamos a estar bien. No hay órgano más terco que el corazón. La abrazamos cientos de veces y cuando cruzó a la zona de embarque miró hacia atrás, y mi niña interior quiso saltarse todas las barreras de seguridad para alcanzarla, cogerle de la mano y decirle: “Mami yo contigo voy al fin del mundo, ¿vale?”. Menudo drama montamos en aquella terminal.

Supongo que si alguien me hubiese chivado que mi madre iba a ser muy feliz allí y que iba a terminar volviendo con una hermanita para nuestra tribu, ni ella hubiese estado tan inmensamente triste, ni yo tan desconsolada.

Pero también creo que sufrir no es más que una manera de demostrar cuánto somos capaces de amar. Por eso imagino que si alguien inventase una vacuna para curar el sufrimiento, a ninguno nos preocuparía en absoluto encontrar la fórmula para terminar con el Covid19. Nos daría absolutamente igual vivir. Porque no hay bien sin mal, ni felicidad sin sufrimiento.

Por eso, mientras escribo estas líneas y me siento triste por terminar este diario que tantas emociones me ha provocado, respiro aliviada y acepto que si no me entristeciera cerrar esta etapa, significaría que tampoco la he vivido intensamente. Así que en el fondo, no es pena esta lluvia que dibuja surcos en mis mejillas.

No me entiendas mal, no quiero que nos vuelvan a encerrar; pero si ocurriese de nuevo, intentaría pensar que todo lo bueno está por llegar, incluso cuando todo apunta justamente hacia la otra dirección. Eso no es una teoría que me haya inventado, es un experimento que he comprobado en estos 58 días.

Feliz vida y gracias por estar entre las paredes de tu casa leyéndome. Le has dado sentido a cada una de estas palabras que nacieron, en un principio, sin cometido alguno.

Nos vemos en cualquier lugar que huela a salitre o a pinos silvestres.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 57. LOS TRUCOS DE LA MEMORIA

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 57. LOS TRUCOS DE LA MEMORIA

Comentando con una amiga los días que llevamos confinados, me ha dicho alegremente: “Pues a mí se me ha pasado rápido”. Yo le he contestado: “Claro, a toro pasao no le mires el diente”. Ella se ha empezado a reír y me ha corregido: “Remy, el refrán no es así”. “Ya sé que no es así, pero tu afirmación sobre la velocidad del tiempo en esta cueva, se aleja aún más de la realidad.”, le he contestado.

Por fin nos han dado el pase a la fase 1, y no me extraña que nos pongamos a recordar todo lo que hemos vivido en estos dos meses. Como si de pronto, nos hubiésemos aliviado de haber sobrevivido a una terrible enfermedad, de la que hemos evitado hablar para no darle aún más importancia.

Sé que no viene a cuento, pero te quería comentar que en plena pre adolescencia, cuando aún vivíamos en Honduras, yo tenía una dentadura que cuando me reía por la calle, los desconocidos me echaban monedas por compasión. Como los funambulistas que se ponen en los semáforos a hacer malabares, y a cambio recogen dinero por su arte. Lo mismo me ocurría a mí, pero en vez de arte, tenía unos dientes mareaos bailando por mi boca. Con el dinero recaudado, mis padres me llevaron al lugar que más odio de toda el planeta: una clínica dental.

Allí pasé parte de mi juventud. Entraba a consulta, el dentista me ponía anestesia y al lío. A veces incluso se confundía de la zona bucal que me dormía y cuando me estaba intentando arrancar algún diente y yo casi me desmayaba del dolor, él me decía: “uy, creo que me he confundido y no te he dormido bien la zona”. Sacaba otra jeringuilla, y vuelta al ruedo. Recuerdo vivamente que, cuando me metía los alicates y acercaba su cara a la mía, le temblaba muchísimo la barbilla. Si en algún momento de mi existencia, aprendí a odiar, fue justamente en aquel instante. Yo no sé la cantidad de dientes y muelas que me sacaron. “Es que hay que hacer hueco a los nuevos dientes”, decía el psicópata de barbilla hiperactiva. A día de hoy intento no darle muchas vueltas al tema, porque no sé qué me hicieron exactamente cada vez que iba a consulta. Al volver a España, la dentista que me volvió a mirar la boca, le comentó a mi madre, mientras observaba detenidamente mis colmillos: “Y dice usted, que lleva acudiendo a que le mejoren la dentadura un par de años, ¿no? Pues siento decirle que nada de lo que le han hecho ha servido para mucho.”

Imagínate, dos años de dientes arrancados con su posterior recuperación de varias jornadas sin poder comer normal y demás molestias. A mi madre, en aquel entonces le daba tanta pena que, cada vez que salía de allí con la boca llena de gasas, me llevaba a alguna juguetería y me decía: “elige tu regalo”.

Hace poco le recordé un día que salimos del dentista y cuando llegamos a casa, mis hermanos estaban comiendo conguitos de chocolate y claro, yo no podía porque tenía la boca encharcada en sangre. Estallé en ira y monté un buen espectáculo.

Ella intentó hacer memoria y me contestó: “Ay Pulgui, mi cerebro es bastante sabio y se ha encargado de borrarme todos los malos recuerdos”. Aquella frase me dejó un poco tocada, porque la mujer no se acuerda de la mitad de nuestra infancia.

Yo sólo espero que aunque hayamos acumulado recuerdos feos durante esta cuarentena, no los olvidemos rápido; para aprender a valorar que, ni ir al dentista frecuentemente es tan sano, ni la vida es algo que nos vaya a durar para siempre.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 56. DE LUNA LLENA Y DEMÁS EXCUSAS

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 56. DE LUNA LLENA Y DEMÁS EXCUSAS

Hay mañanas en las que me levanto y digo: “uyyyy, hoy preveo mucha niebla”. Pero no me entiendas mal. No me refiero a la niebla originada por un fenómeno meteorológico, si no a esa que se genera en tu cerebro y se queda ahí estancada, provocando que pensar se convierta en una acción excesivamente complicada. Llevo unos cuantos días así y para qué engañarnos, ha habido ratos en los que me he rendido y en vez de trabajar, me he puesto a ver Ozark. Que por cierto, me tiene enganchadísima.

Supongo que sentir que ya estoy a punto de abandonar esta cueva y dejar de lado todas las costumbres que he ido adoptando durante casi dos meses, ha hecho que mi actitud cambie. La luna llena también me ha afectado, por supuesto. Si no, vete y pregúntaselo a mis amigas, que han estado esta semana locas con el tema. De repente una me apareció ayer con el pelo recién cortado porque decía que si te metes unos cuantos tijeretazos, cuando este satélite hincha el pecho y se muestra pleno, pues te crece más fuerte. Esa misma, apareció el otro día con el pelo untado en vinagre, leche y no sé qué otro ingrediente, pero si hubiera sido azúcar moreno tampoco me hubiese sorprendido. Y claro, cuando se pone a defender las teorías que hay sobre el comportamiento de las mujeres en luna llena, se aparece en mi cabeza la imagen de su pelo lleno de una especie de mayonesa y pierde toda la credibilidad. Otra ya va por el tercer tinte que se echa a la melena, temo que el día que vuelva a verla luzca el pelo afro y yo tenga que actuar normal. Como cuando alguien tiene un moco asomándosele y tú estás todo el rato pensando: “no le mires el moco, no le mires el moco...”.

Esto último se me da fatal. Vamos, que como jugadora de póker no serviría ni para repartir las cartas porque lo de ocultar mis emociones se me da fatal. Ya he llegado al punto de que ni lo intento porque sé que no funciona, y para ser sincera, tampoco me interesa conseguirlo. La vida es demasiado corta como para andar fingiendo orgasmos... Ah, ¿que no hablábamos de sexo? Perdona, ya sabes que la súper luna llena alborota las hormonas y me disperso.

A lo que iba, con super luna o sin ella, ¿por qué no intentamos ser un poco más directos? Dejarnos de dramas absurdos o de buscar problemas donde no los hay. Tengo una teoría que se basa en que cuanto más ego tienes, más importancia le das a la opinión de los demás. Y por tanto, menos auténtica eres. Qué triste, ¿verdad? Permitir que la imagen que tenemos de nosotros mismos actúe de capa invisible y tape quien realmente somos.

Pero bueno, no te vayas a pensar que yo soy el Dalai Lama. Todo lo contrario, tengo un ego gigantesco, lo que pasa que he aprendido a domarlo y cada vez que me da vergüenza hacer algo por el que dirán, me digo a mí misma: “Remy, esta gente está demasiado ocupada preocupándose de vestir bonito a su propio ego como para fijarse en el tuyo”.

No sé qué tenía todo esto que ver con la luna llena, las mareas y que somos todo H2O, pero si le doy un trago al vaso de agua de mi mesilla de noche y te lo cuento, igual lo reconduzco todo a un buen final ¿no?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 55. MOVIDAS RARAS

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 55. MOVIDAS RARAS

Estas máscaras me las compré hace bastante tiempo por Amazon. Me hicieron gracia y pensé que podría sacarles partido haciendo fotos con ellas. Hasta ahora apenas las había usado, pero hay cosas que se deciden mucho antes de que sepas lo importantes que van a ser en el futuro. La vida es un camino repleto de hoyos de incertidumbre y nosotros, vamos saltando de uno a otro esperando que el siguiente sea tan bueno como el anterior, o no tan malo, según cómo caigas. A veces intentamos taparlos con mayas o echando tierra sobre ellos, pero rara vez funcionan como nos gustaría. Solo que quizás, en vez de matarnos, nos rompemos un tobillo. Que no está mal, oye.

Lo mismo pasa con las personas. Hay algunas que te sirven un café en un bar, te pones a charlar con ellas distendidamente del tiempo y acabas amándoles para siempre. Otras que ni siquiera te has parado a valorar lo suficiente porque nunca te han faltado. Y varias con las que has compartido media vida y de la noche a la mañana te das cuenta de que no tenéis nada en común, pero el conformismo os ha llevado a mantener una amistad superficial. A veces las costumbres son como esos jerseys de lana que, tras muchos lavados, comienzan a afearse y los terminas por tirar. Ya no te sientes bonita con ellos.

En esta cuarentena todos hemos caído en hablar con algún que otro ex o con antiguos amores que solo cosecharon frutos prohibidos. E incluso hemos hablado con amigos con los que hacía años que no te sentabas a echar una cerveza. Es curioso el comportamiento humano cuando vemos que la soledad comienza a abrazarnos hasta asfixiarnos.

Yo he soñado cosas extrañísimas con personas a las que hace mucho tiempo que no veo. Movidas tan surrealistas que me da por pensar que mi subconsciente está bailoteando dentro del ataúd de los africanos de Ghana. Te las contaría pero me está llevando demasiado esfuerzo crearme una reputación digna.

Hablando de reputación, ayer la policía me llamó la atención. Me había pasado el límite del kilómetro de mi casa paseando con Gordo. Me sentí como si estuviese en el instituto y la directora me hubiese pillado escapándome en el recreo para ir a comprar chuches a la tienda de enfrente. Me quedé callada, mirando al suelo porque a mí las autoridades me generan mucho respeto. Si algo me pesa en esta vida, es que me llamen la atención por haber hecho algo mal. Luego pensé en las pobres autoridades y en el trabajo sucio que les está tocando vivir en estos momentos. Supongo que cuando comenzaron a opositar motivados, jamás pensaron que llegaría un día en el que tendrían que amonestar a los civiles por abrazarse, salir de casa a horas prohibidas, caminar más lejos de los 1000 metros de radio de tu casa y demás normas pandémicas que nos toca cumplir.

Como diría Ignatius en la Vida Moderna: “What a time to be alive!” Porque sí, en estos momentos la vida real es incluso más surrealista que algunos de mis sueños.

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Remys Door

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Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

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DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 54. ENTRA A TODOS LOS LUGARES COMO SI FUERAN TU PROPIA CASA

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 54. ENTRA A TODOS LOS LUGARES COMO SI FUERAN TU PROPIA CASA

Cuando empecé a correr con mi amiga María el año pasado, ella me animaba diciéndome que se me daba muy bien sufrir. Ya ves tú, menuda motivación ¿eh? Las primeras veces, casi terminaba vomitando o con los pies en alto a punto de desmayarme. Claro, yo acababa de volver de México donde, si en algún momento me dio por correr, fue exclusivamente para conseguir cerveza antes de que cerraran el súper. Ella en cambio, estaba en plena forma física y yo me arrastraba detrás rezando para que aquella tortura terminara. A veces, cuando no miraba me echaba a andar un poco, para calmar el flato y la agonía. Pero la tía, además de estar tan fuerte como Tomb Raider, tenía ojos en la nuca, porque cada vez que lo hacía me chillaba: “¡¿Qué haces?! Ya descansarás cuando esto termine.” Y del susto, me ponía a trotar de nuevo. Yo pensaba que me iba a correr con mi amiga molona, y resulta que en realidad hacía deporte con una sargento. Pero no todo van a ser quejas. De ella aprendí el valor del esfuerzo y la constancia. Pero sobre todo que, las cervezas de después de quemar calorías, son un regalo de los dioses.

Luego cambié las carreras por la escalada y fui olvidándome de lo bien que se me daba sufrir. Hasta hoy. No sé qué efecto raruno ha tenido en mí la cuarentena, pero me he puesto a correr tan feliz a las siete de la mañana. Voy a esa hora no porque me guste madrugar, que también, si no porque así me garantizo que nadie me va a molestar en mis galopes.

Digamos que si cada uno de nosotros tuviese que ser un personaje de Friends, a mí me tocaría ser Phoebe, por mucho que deseara estar tan buena como Rachel. Si me vieses correr, te acordarías de aquel capítulo en el que ésta mujer tan maravillosa se echa a trotar por Central Park.

Lo bueno de ser yo es que no me entero de cuando hago cosas vergonzosas y sin embargo, eres tú quien tiene que sufrirlo. Y créeme, cuando te digo que eso pasa bastante a menudo.

Hace años me dio por leerme el primer libro de Juego de Tronos, luego salió la serie y dejé que el resto de tomos cogiesen polvo. Pero en ese primero, el enano Tyrion ya dejaba alto el listón, y me acuerdo de que subrayé una frase, que espero que permanezca viva muchos más cientos de años de los que a mí me quedan en el planeta tierra:

“Nunca olvides qué eres, porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil. Úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte”.

Por eso ahora me siento libre, porque todo lo malo que alguien puede criticarme, ya me lo he dicho el triple de veces. Luego lo he aceptado y he vuelto a ser feliz. No te imaginas el placer que me da ser primero la jueza más cruel conmigo misma, y terminar siendo la mejor amante que tengo.

Todo esto viene a que mi madre me va a regalar una guitarra por mi cumple y estoy deseando estrenarla tocando: “Smelly cat, smelly cat. What are they feeding you?...”

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Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

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DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 53. A DOS METROS DEL VERANO

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 53. A DOS METROS DEL VERANO

Mayo es mi mes favorito porque está a un paso de la época de mejillas quemadas, de aperitivos con cerveza y mar, de vivir más fuera que dentro, de las canciones de Estrella Damm, de amores que duran un poco más que el pellizco que te das para ver si son de verdad. De escapadas en furgo a la montaña en busca de fresco y sombra, de noches de guitarra y caricias, de bikinis coloridos y pieles doradas, de grillos afónicos de tanto cantar, de helados que se derriten antes de que los puedas terminar, de chancletas y uñas pintadas, de cenar a medianoche, de engañarnos y sentir que seremos jóvenes eternamente. De cine y palomitas bajo las estrellas, de tiovivos estresados, de voleibol en la arena, de bailar hasta que amanezca, de resacas que se curan zambulléndose en el mar, de planes que nunca salen bien, pero que terminan siendo aún mejor. De karaoke, tinto de verano y pulseras de la amistad, de decir que sí a todo para tener luego de qué arrepentirte, de libros que empiezas y terminas un mismo día, de estar más tumbado que de pie, de abrazar a amigos que hace mucho que no ves, de brindar por todo lo malo que ha terminado y por todo lo bueno que vamos a bebernos. De promesas eternas que no logran llegar al final del verano, de juergas que comienzan en tu cama y terminan en otra cama, de partidas al parchís, de conciertos en directo, de sed que sólo curan los mojitos, de dormir destapada, de soñar despierta, de mariposas enloqueciendo, de “no me toques que me asfixio”, de siestas en hamacas, de perder el reloj a propósito, de guiñarte a ti misma los ojos al observarte en un reflejo. De sonrisas perennes y gazpacho bien fresquito, de comprarte un vestido blanco y ensuciarlo nada más estrenarlo, de aprender a tocar la armónica, de barbacoas en las que lo que menos importa es que no se quemen las chuletas, de churros con chocolate para desayunar, de pescadores pacientes, de viajes improvisados, de escalar antes de que el sol abrase la roca, de “qué guapos estamos todos en verano”, de sombrillas problemáticas que nunca se clavan bien en la arena, de tormentas que traen mejores recuerdos que la colonia de tu ex pareja, de llevar moño para evitar los golpes de calor, de fabricar recuerdos constantemente, de “la dieta ya no tiene ningún sentido”, de bostezos perezosos, de no querer volver nunca a la rutina, de olvidarte de que es domingo y mañana te tocaría trabajar, de gente loca que que se reúne en un altar para afirmar que su amor es para siempre, de bañarse desnudos en el océano, de boquerones frescos y mariscadas de sabores celestiales, de ojalás para siempre, de lucir tatuajes, de sentirnos salvajes, de hormonas traviesas, de sorpresas que provocan lluvias en los párpados, de no querer volver la vista atrás. De buscar conchas en el agua y erigir castillos en la arena, de posar para las fotos, de querer dar envidia postureando, de cafés con hielo, por favor, de “este septiembre me apunto al gimnasio”, de hacer lo que te apetece a cada minuto, sin sentirte irresponsable... De ser libre a fin de cuentas.

No hago más que escuchar que este verano va a ser diferente y yo pienso que si has vivido dos veranos iguales, es que te has perdido muchas cosas. Con dos metros de distancia aún se sigue oliendo el mar, ¿verdad?

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En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 52. AQUÍ AÚN QUEDA UN POCO DE LUZ

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 52. AQUÍ AÚN QUEDA UN POCO DE LUZ

Hay libros con los que te cruzas y te llaman. No sé si es por la portada, el título o que tiene vida propia y se obsesiona con aparecer en cualquier biblioteca para que lo leas. Eso me ocurrió con “El camino del artista”. Antes de que fuese mío, se me aparecía en todas las estanterías. Incluso en casas de conocidos. Tanta fue su persistencia que me rendí, lo compré y comencé a tragarme sus palabras.

No es una novela. Podríamos catalogarlo, por mucho que odie ese término, como un libro de autoayuda para artistas. En él, su autora, que también es artista, cuenta cómo sufrió una crisis muy grande y dejó de crear obras. Para salir de ahí, comenzó a realizar distintos ejercicios que va comentando en el libro.

Nada más empezarlo, Julia Cameron (la escritora) te promete que si llevas a cabo todos los ejercicios a raja tabla, vas a conseguir tener éxito como artista. Lo prometía con tanto descaro que pensé: “A ver, Remy, si tú te crees todo lo que cuenta Iker Jiménez en Cuarto Milenio, no vas a dártelas ahora de incrédula”. Además, me sorprendió mucho que varias personas de mi alrededor lo tenían y se lo habían leído. Pero ninguna de ellas había llevado a cabo los ejercicios.

Así que pensé que, hasta que no hubiese hecho los ejercicios, no podría criticarlo porque no hay cosa que más odie que a los jueces ignorantes. Recuerdo que fue en agosto del año pasado cuando comencé a leerlo. El primer ejercicio se basa en que todas las mañanas hasta que te mueras, tienes que escribir tres folios nada más despertarte. Ella lo llama “las hojas matutinas” y explica que no tienes que poner nada coherente en ellas, ni escribir un libro, simplemente se basa en vaciar los pensamientos de tu mente en ese momento. Según su experiencia, muchos de nuestros bloqueos creativos están en nuestro subconsciente y gracias a las hojas matutinas, vas a poder ir desanudándolos y fluyendo más creativamente.

Yo me prometí que hasta que no consiguiese escribir 21 días seguidos sin fallar ni uno, no pasaría a la siguiente tarea. Fue a principios de marzo, justo antes de que nos confinaran, cuando conseguí escribirlos. Ser dispersa es algo que siempre está en guerra con la constancia. Pero por fin, cumplí mi objetivo. A día de hoy, he escrito de seguido durante 82 días y alrededor de 246 folios. Y lo más fuerte de todo, es que no pienso dejar de hacerlo nunca. Evidentemente, seguro que de cuando en cuando, algún día fallo pero no quiero desprenderme de una actividad tan cargada de cosas buenas.

Si os soy sincera, hasta que llegó el confinamiento no había notado absolutamente ninguna mejoría aplastante en mi creatividad. Quizás, es que tampoco había sido muy consciente. Pero en esta cuarentena, mi creatividad ha explotado de una manera que jamás me hubiese imaginado. Me siento súper enérgica, positiva y con unas ganas imparables de estar creando cosas todo el rato. Veo mi futuro con más claridad y me siento capaz de dejar de soñar para empezar a hacer.

Las hojas matutinas son como mi rato de meditación. Pongo el despertador a las 6.30 de la mañana. Nada más sonar, sin salir de la cama y con los párpados perezosos, agarro el boli y el cuaderno a tientas y comienzo a escribir. Nada de lo que pongo es interesante. Suelo escribir frases como: “joder qué sueño tengo.”, “Ay, que me hago pis.” o “qué ganas tengo de pisar la playa”. Todo inconexo y sin ninguna pretensión poética. Al cabo de media hora, he terminado la última hoja y no hay día que me despierte malhumorada o estresada.

Te cuento esto porque creo que todos nosotros llevamos dentro un niño interior cargado de una creatividad brutal. El problema está en que no nos lo creemos y nos puede el miedo al fracaso. Está claro que no todos tenemos los mismos dones, pero si ni siquiera nos damos la posibilidad de intentar aquello que nos motiva, ¿qué clase de amor te estás brindando a ti mismo? ¿Acaso no te quieres tanto como para demostrarte que eres tan enorme como desees serlo? Confía en ti un poco, anda. Que ya tenemos suficiente mediocridad en el mundo y necesitamos a personas que brillen para darle guerra a la oscuridad.

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Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 51. LOS PRISMÁTICOS DE LA PLAYA

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 51. LOS PRISMÁTICOS DE LA PLAYA

Desde pequeños, los veranos los hemos pasado en la casa de la playa. Frente a ella hay una isla, que hace muchos años compró una mujer pero luego la abandonó porque – imagino yo – se dio cuenta de que las gaviotas, con las que convivía, no le daban mucha conversación y eran unas vecinas demasiado estridentes al amanecer.

Al lado de la isla hay un peñón del que saltamos desde que mis padres no nos lo permitían. Evidentemente, lo hacíamos sin su consentimiento porque a esa edad uno cree ingenuamente, que puede ser más listo que sus progenitores. Mi madre se compró unos prismáticos exclusivamente para vigilarnos desde casa cuando nos íbamos nadando hacia la roca gigante. Me la imagino rezando o gritando, en el momento en el que veía los cuerpos de sus hijos saltar al vacío.

Cuando volvíamos a la orilla, sintiéndonos rebeldes y poderosos, ella nos decía: “Anda que sí me hacéis caso ¿eh? Ya os he visto saltando. Pero bueno, lo habéis hecho muy bien. Sois unos valientes”.

Ya ves, en vez de castigarnos o gritarnos, siempre elegía el lado bueno del asunto. Y nosotros nunca supimos valorarlo, porque el ego de un niño ocupa todo su hemisferio.

Un agosto de hace un par de años, mi padre convenció a mi madre para ir nadando hasta el peñón. Ella, que ama el sol, no es una apasionada del mar, pero aquel día, se había bebido un par de cañas en el aperitivo y estaba motivada. Allá que se fueron los dos como un par de buenos mozos en época de noviazgo. Mi madre no pretendía tirarse del peñón. Ni yo lo hubiera imaginado jamás. En eso, ambos son la noche y el día. Mi padre peca de temerario y mi madre, de precavida.

Pero ya te digo que, aquella mañana de verano, algo raro le pasaba a mi madre. Quizás iba a haber luna llena, los astros se habían chocado o los signos del zodiaco estaban alineados con algún planeta estrambótico. Vete tú a saber.

Todo surgió con la típica frase española que tanto aviva el orgullo de algunos. “¿A que no tienes huevos a tirarte?” le debió decir mi padre.

Mi madre le contestó: “Huevos no tengo. Pero ovarios sí.” Acto seguido se subió a lo alto del peñón y le miró con superioridad -literal y figuradamente-. Se santiguó, contó hasta tres y allá que fue.

Imagino que ahora estás pensando que su salto fue majestuoso y se zambulló en el agua con el arte que tiene una gaviota cuando se lanza con precisión a pescar al mar. Nada más lejos de la realidad.

Su brinco lo apodamos como el “salto de la gamba”, porque al caer lo hizo como si se creyese un crustáceo. Quizás en su subconsciente pensó que si no quería hacerse daño al chocar contra el agua, lo mejor era pillar la postura de algún animal marino. Menos mal que no le dio por parecerse a un pulpo.

Mi pobre madre sacó la cabeza del agua y casi antes de volver a respirar le gritó a su compañero de vida: “¡¡¡Ayyyy que me acabo de romper una costilla!!! ¡¡¡Y todo por tu culpa!!!”. Mi padre casi se ahoga de la risa.

Cuando salieron del agua, me llamaron y me lo contaron entre risas. Mientras les escuchaba e imaginaba la escena, deseé haber podido estar allí vigilándola con los mismos prismáticos que ella utilizaba con nosotros cuando éramos pequeños. Porque ahora soy yo la que vigilo, rezo y deseo que ella sea inmensamente feliz y que no sufra por absolutamente nada.

Feliz día mamá.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 50. FELIZ WARM UP

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 50. FELIZ WARM UP

La suerte es un pajarillo libre que, a veces, juega a tocarte y otras, se va a rozar a otras personas. Por eso, cuando escucho a alguien decir: “es que claro, él tuvo suerte y yo no”, creo que es totalmente cierto. Pero también creo, que para que te toque a ti tienes que dejarte ver y eso conlleva esfuerzo, constancia y sacrificio.

Madre mía, parezco mi padre hablando. Me bajo de la vida YA. Bueno, aún no que hoy estoy tremendamente feliz porque hace día de verano y he podido estrenar un vestido de lunares que me pone cara de guapa. Además, si el coronavirus no hubiese hecho acto de presencia, estaría ahora mismo en el festival de música Warm Up, quedándome afónica mientras aparento con mis gritos, que me sé la letra de algún grupo que no conozco de nada. Porque en eso consisten los festivales, ¿no? Bueno y en beber cerveza hasta el amanecer.

Hace justo un año me hice amiga de un montón de murcianos bonicos que me gustan aún más que las patatas con limón. La historia fue muy graciosa. Yo llevaba en esta provincia sureña poquitos meses y estaba un tanto desorientada. Así que me apunté al rocódromo porque era un deporte que podía hacer sola ya que apenas contaba con amigos por la zona. Además, cada uno ya tenía su vida, y a mí me tocaba buscarme la mía.

Descubrí que la gente murciana es tremendamente simpática. En cuestión de una semana ya sentía que mi segunda casa era el roco y me pasaba todo el día esperando para ir allí y llenarme de magnesio y buenas vibras. Mi amiga Viki, que en aquel momento apenas conocía, me invitó a ir al monte a escalar con sus amigos. No sabéis la ilusión que me hizo. Me comporté como una persona madura y le contesté sin darle mucha importancia: “sí claro, me parece un buen plan”. Pero mi niña interior estaba loquísima de alegría dando vueltas sobre sí misma y gritando “¡Yihaaaa!”.

Poco después, cuando ya me iba conociendo las jergas murcianicas como pico esquina, ancá mis padres y otras que aún no logro insertar bien en las conversaciones como “luegaluego”, me enteré de que en el Warm Up de ese año, iba a tocar La MODA. Loca de alegría me puse a preguntar entre mis conocidos y amigos, a ver si alguien iba al festival. No encontré a nadie. Pero de repente, estaba mirando una vía que no me salía en el roco, cuando escuché a unos chicos, con los que apenas había coincidido un par de veces, hablar sobre a qué hora iban a quedar para ir al festival. Así que me dije: “Remy, hazte su amiga ahora mismo”. Me acerqué a ellos y les dije con descaro: “Oye, he escuchado que vais ir al Warm.” Ellos asintieron afirmativamente. A lo que les contesté poniéndoles los ojitos del gatito de Shrek: “Pues es que yo estoy deseando ir porque toca LA MODA, pero como no soy de aquí no tengo amigos y quería saber si puedo ir con vosotros”. BOOM. Silencio incómodo.

Se miraron cómplices como diciendo: “¿Quién coño es esta norteña pirada?” Pero supongo que la vergüenza y la pena jugaron a mi favor y me aceptaron como animal de compañía.

Aquel fin de semana, pasaron de ser unos simples conocidos a que los considerase como parte de la familia que uno elige. Porque joder, los festivales de música son para cantar canciones que no te sabes y para aprender que tus amigos son esos que cuando ven tu vaso vacío te lo rellenan de cerveza.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!

DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 49. LA NOSTALGIA ES MI HOGAR

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 49. LA NOSTALGIA ES MI HOGAR

Haciendo cuentas, creo que a lo largo de mis 32 años he vivido en más de diez casas distintas. A mi madre siempre le ha gustado lo de mudarse, recolocar muebles, abrir cajas y renovar las rutinas. Me acuerdo de todas mis casas, excepto de la de San Sebastián porque era una renacuaja que sólo abría los ojos para mamar.

He soñado a menudo con volver a algunas de ellas. No sé dónde vi un documental que trataba sobre una familia de un montón de hermanos que volvían a la casa donde se habían criado treinta años después. Qué manera de llorar, ellos por volver a pasear nostálgicamente por su infancia y yo porque si veo a alguien hacerlo, le imito. Soy así de envidiosa.

Me sentí muy identificada y me imaginé que volvíamos a nuestra casa de Honduras. Allí vivimos casi un lustro. De los ocho a los doce años estuve allí. Tengo tantos recuerdos de aquella experiencia que creo que cuando sea viejecita y mi memoria comience a ausentarse, repetiré una y otra vez las historias que acontecieron en Tegucigalpa. Como los veteranos de guerra que, al llegar a la vejez, te cuentan cómo vivían atrincherados esperando a que los rusos muriesen congelados antes que ellos.

Me gustaría saber qué es lo que provoca que determinados recuerdos se queden anclados para siempre y, otros, vuelen ágiles al olvido.

El caso es que en Honduras vivimos en dos casas. La primera estaba en pleno centro de Tegucigalpa y teníamos un jardín muy cuco. Ni muy grande, ni muy pequeño. En la parte de atrás había un muro que separaba nuestra linda casita de un río. Por aquella época, mi hermano David tendría cinco años y una tarde estaba él en su motito de plástico paseándose por la parte trasera del patio cuando de repente, se escuchó un estruendo que casi nos deja sordos. Salimos todos al jardín para ver qué había pasado. Nos encontramos a David, sentado en su motito mirando el río atónito. El muro que nos separaba de la corriente de agua, se había derrumbado y milagrosamente, en vez de aplastar a mi hermano pequeño, cayó todo hacia el lado del río.

Aquello fue una señal de que teníamos que mudarnos. Dicho y hecho. En cuestión de una semana (eso creo yo porque ya sabes que cuando eres tan pequeño, la noción de espacio y tiempo es un tanto difusa) nos mudamos a una casa gigante en lo alto de una montaña.

Allí vivimos cien mil aventuras. Teníamos una selva privada, una pista de baloncesto e incluso una liana para balancearnos como Tarzán enganchada a una de las ramas del árbol de la Ceiba. También había ardillas, guasalos, ratas gigantes, serpientes y un montón de bichos extraños. Aún no entiendo de dónde sacó mi madre tanta valentía para seguir a mi padre hasta Centro América con cinco hijos tan pequeños. Pero no te imaginas lo mucho que les agradezco que me permitiesen vivir semejante aventura.

Allí mi hermano Juanma estrelló el coche de mi padre contra la verja de la entrada, mi hermano Abraham casi nos deja ciegos a todos porque se encontró un spray de pimienta, que mi madre guardaba en su bolso, y fue rociando toda la casa porque pensaba que era aromático. Mi hermano Pepe... Joder mi hermano Pepe era el mejor porque nunca la liaba. O lo hacía pero era tan inteligente que jamás nos enterábamos. Mi hermano David casi se quedó sin mano al subirse a un lavabo y destrozarlo, y mi padre se entretenía asegurándonos para hacer rápel en una de las paredes de la casa. Imagino que mi madre se pasaba el día rezando para que no muriésemos ninguno. No me preguntes cómo ocurrieron todas estas cosas porque entonces tendría explicarte otras tantas y claro, no es plan de que mi diario se convierta en la Biblia de los Puerta.

Uno de mis sueños -que pienso cumplir antes de que se me pare el corazón- es volver a esa casa y pasear de nuevo por todos los cuartos. Buscar indicios de la era de los Puerta en nuestras antiguas habitaciones y revivir esa infancia tan intensamente bonita. Lloraré tanto que igual puedo volver a nado a España, quién sabe.

En esta último piso, me quedan tan sólo un par de semanas y volveré a mudarme. El confinamiento ha hecho que me dé cuenta de hacia dónde quiero orientar mi vida y ahora mismo, vivir en pleno centro de una ciudad y sentirme completamente rodeada de cemento es lo último que quiero. Necesito el mar y las montañas. Y así quizás, alejándome de esta realidad, algún día eche la vista atrás y sonría al ver este balcón desde el que te escribo, mientras le digo a alguien: mira, allí también tuve un hogar.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!