DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 56. DE LUNA LLENA Y DEMÁS EXCUSAS

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 56. DE LUNA LLENA Y DEMÁS EXCUSAS

Hay mañanas en las que me levanto y digo: “uyyyy, hoy preveo mucha niebla”. Pero no me entiendas mal. No me refiero a la niebla originada por un fenómeno meteorológico, si no a esa que se genera en tu cerebro y se queda ahí estancada, provocando que pensar se convierta en una acción excesivamente complicada. Llevo unos cuantos días así y para qué engañarnos, ha habido ratos en los que me he rendido y en vez de trabajar, me he puesto a ver Ozark. Que por cierto, me tiene enganchadísima.

Supongo que sentir que ya estoy a punto de abandonar esta cueva y dejar de lado todas las costumbres que he ido adoptando durante casi dos meses, ha hecho que mi actitud cambie. La luna llena también me ha afectado, por supuesto. Si no, vete y pregúntaselo a mis amigas, que han estado esta semana locas con el tema. De repente una me apareció ayer con el pelo recién cortado porque decía que si te metes unos cuantos tijeretazos, cuando este satélite hincha el pecho y se muestra pleno, pues te crece más fuerte. Esa misma, apareció el otro día con el pelo untado en vinagre, leche y no sé qué otro ingrediente, pero si hubiera sido azúcar moreno tampoco me hubiese sorprendido. Y claro, cuando se pone a defender las teorías que hay sobre el comportamiento de las mujeres en luna llena, se aparece en mi cabeza la imagen de su pelo lleno de una especie de mayonesa y pierde toda la credibilidad. Otra ya va por el tercer tinte que se echa a la melena, temo que el día que vuelva a verla luzca el pelo afro y yo tenga que actuar normal. Como cuando alguien tiene un moco asomándosele y tú estás todo el rato pensando: “no le mires el moco, no le mires el moco...”.

Esto último se me da fatal. Vamos, que como jugadora de póker no serviría ni para repartir las cartas porque lo de ocultar mis emociones se me da fatal. Ya he llegado al punto de que ni lo intento porque sé que no funciona, y para ser sincera, tampoco me interesa conseguirlo. La vida es demasiado corta como para andar fingiendo orgasmos... Ah, ¿que no hablábamos de sexo? Perdona, ya sabes que la súper luna llena alborota las hormonas y me disperso.

A lo que iba, con super luna o sin ella, ¿por qué no intentamos ser un poco más directos? Dejarnos de dramas absurdos o de buscar problemas donde no los hay. Tengo una teoría que se basa en que cuanto más ego tienes, más importancia le das a la opinión de los demás. Y por tanto, menos auténtica eres. Qué triste, ¿verdad? Permitir que la imagen que tenemos de nosotros mismos actúe de capa invisible y tape quien realmente somos.

Pero bueno, no te vayas a pensar que yo soy el Dalai Lama. Todo lo contrario, tengo un ego gigantesco, lo que pasa que he aprendido a domarlo y cada vez que me da vergüenza hacer algo por el que dirán, me digo a mí misma: “Remy, esta gente está demasiado ocupada preocupándose de vestir bonito a su propio ego como para fijarse en el tuyo”.

No sé qué tenía todo esto que ver con la luna llena, las mareas y que somos todo H2O, pero si le doy un trago al vaso de agua de mi mesilla de noche y te lo cuento, igual lo reconduzco todo a un buen final ¿no?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!