DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 22: Y A TI, ¿QUÉ TE APETECE?

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 22: Y A TI, ¿QUÉ TE APETECE?

Me acaban de decir que se alarga el confinamiento hasta el 26 de abril. Gordo se ha puesto un tanto nervioso mientras movía sus ojos como si fuesen un par de péndulos: primero observaba a la cámara de fotos y luego a mí. Tras un rato conteniendo su profunda desesperación, se ha ido al balcón a tomar el sol o a pensar cómo atravesar los barrotes para sentirse libre de nuevo y no tener que posturear para las fotos nunca más.

Una ambulancia está cruzando veloz por mi barrio. Nunca me ha gustado su sonido.Todos nos sabemos el refrán de que no hay que matar al mensajero pero joder, cuando va anunciando cosas feas pues al final un poco de tirria se le coge ¿eh?

Se me hace tan extraño asomarme un sábado a mi calle y no ver ni un alma. Me encantaría poder escaparme por las noches a hacer fotos de las grandes avenidas desiertas con tan sólo la luz de las farolas y los semáforos. Igual podría si me disfrazara de perro como aquel hombre, que iba por la calle tan campante con una peluca y a cuatro patas. O como el ex legionario que le quitó el polvo a su antiguo uniforme y se puso a hacer controles en plena ciudad. Ya ves, el estado de alarma saca lo mejor de algunos y el ingenio de otros.

La envidia también sale a relucir. Os lo digo yo, que mi padre me ha llamado tan sólo para decirme que iban a hacer barbacoa y que debería estar allí con ellos. Yo en cambio, he cocinado un brownie que me ha salido más negro que la situación económica en España cuando termine esta guerra vírica. Maldito horno. Recuérdame que cuando pase esto, le diga a la casera que se esmere un poco más con la compra de electrodomésticos.

La buena noticia del día es que he empezado a ver la última temporada de Vikingos y ¡ou mamma!, me quiero casar con Björn. Él también conmigo, pero aún no lo sabe. Cuando acabe todo esto, saldré a navegar de casualidad por el mar báltico y nos cruzaremos, le guiñaré un ojo y comeremos perdices hasta que se terminen y tengamos que aprender a hacer brownies. Sí, ya sé que suena demasiado ilusorio. Mejor borro lo de los brownies, nunca voy a ser capaz de cocinarlos decentemente.

A este sábado no sé si le faltan cervezas frías o más café en vena. No te pasa que, con tanto tiempo en soledad, ¿hablas mucho contigo mismo? Yo me paso los días preguntándome: Remy, ¿y ahora qué te apetece hacer?

Imagino que si existe un paraíso, al menos tendrá eso en común con la cuarentena ¿no?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!