MI DECÁLOGO FOTOGRÁFICO

MI DECÁLOGO FOTOGRÁFICO

MI DECÁLOGO FOTOGRÁFICO: DIEZ COSAS QUE HE APRENDIDO COMO FOTÓGRAFA

A finales del año pasado, fui a visitar a mi gente de Pamplona y me ofrecieron dar una charla fotográfica en la Asociación Fotográfica y Cinematográfica del Valle de Egües. Se habían dado cuenta de que nunca solían participar muchas mujeres fotógrafas y querían que eso cambiara. Así que fuimos de invitadas M Van Koekje (si aún no la conocéis estáis tardando) y yo. La temática sobre la que debíamos hablar era libre, así que me decanté por hacer un decálogo fotográfico que básicamente es todo lo que he aprendido en este campo desde que me dedico a ello.

Para los que no estuvisteis en la charla, aquí os dejo Mi Decálogo Fotográfico:

1. ALLÁ DONDE VUELVAS A SER NIÑA, ESTÁ EL CAMINO:

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Creo que todos nacemos con una creatividad innata que se puede desarrollar o se puede estancar. Vivimos en una sociedad demasiado enfocada a generar dinero y para ello nos intentan moldear de una misma manera a todos. Si me pagasen un euro por la de veces que mi padre me repitió que estudiara una carrera con salidas y que me presentase a una oposición, a estas alturas ya tendría para pagarme la mitad de una hipoteca. Todo eso nos va llevando a que olvidemos que en el fondo seguimos siendo niños en busca de nuevos juegos que nos entretengan.

Cuando terminé la carrera de Publicidad, estaba perdida. No sabía qué hacer ni a qué dedicarme. Me gustaban muchas cosas pero nada me apasionaba. Trabajé de camarera, de entrenadora de baloncesto, de diseñadora gráfica, monté un cementerio virtual con uno de mis hermanos (sí, un cementerio virtual, has leído bien)… Y un día me regalaron una réflex y todo cambió. Era presionar el disparador y se me escapaba la sonrisa. Todo el proceso de mirar a través de la cámara y conseguir la foto que buscaba, me enamoró. Hay algo mágico y terapéutico en estar frente al mundo pero observándolo todo en silencio a través de un recuadro.

Esa sensación, a día de hoy, sigue conmigo. Así que sólo os deseo que si aún no lo tenéis, ojalá encontréis aquello que os convierte en niñas de nuevo.

2. A NADIE LE IMPORTA ABSOLUTAMENTE NADA DE LO QUE HAGAS

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Así de simple. Quizás ésta es la idea que menos tenga que ver con la fotografía en mi decálogo fotográfico, pero no por ello es menos importante. Vivimos con un miedo atroz al qué dirán y ese temor nos lleva a dejar de intentar hacer un montón de cosas por el camino. Como si para hacer algo por primera vez, debiéramos nacer expertos o con un don innato. Si de algo me he ido concienciando desde que emprendí es que nunca voy a ser experta en nada y que siempre debo estar aprendiendo algo nuevo. Es el único modo que encuentro para seguir sintiéndome viva.

Así que si quieres aprender a hacer acrobacia, apúntate a acrobacia. Ignora a aquel que te dice que no puedes o no debes. Y cuando fracases, porque fracasarás más de cien veces, en vez de sentirte mal piensa que a nadie le importa absolutamente nada de lo que hagas porque todos estamos demasiado centrados en no hacer el ridículo ante los demás.

3. NO BUSQUES FOTONES, ENCUENTRA LA HISTORIA

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Para conseguir esta imagen, disparé creo que alrededor de unas 300 fotos. Estaba de mochilera por Laos y una tarde me fui a un pueblo a pasear con la cámara. Hacía un calor que ni en el infierno lo aguantarían, y había un grupo de niños bañándose en el río. Me fui acercando y empecé a hacerles fotos mientras jugaba con ellos. Pronto, era una más. No estaba buscando un fotón, si no disfrutando de toda la experiencia con ellos y sabiendo que podría revivirla en cada click que disparaba. En un momento dado, uno de ellos comenzó a tirarse de espaldas desde la canoa al agua. Estuve ahí plantada un buen rato, manteniendo ese encuadre y nerviosa perdida por no perderme el momento. Algunas fotos salieron movidas, otras desenfocadas… Disparé hasta que pensé: “de aquí quizás no he conseguido ninguna foto espectacular, pero la historia que hay detrás de cada click ya me merece la pena”.

La fotografía me ha enseñado a ser paciente, porque una buena foto no lo es por apretar el botón en el momento adecuado, si no por todos los intentos fallidos que cuentan tu historia y te encauzan hacía esa imagen que revela todo.

4. ERES LO QUE FOTOGRAFÍAS

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A lo largo de estos años he conocido a un montón de fotógrafos y he tenido la suerte de verles disparar. Éste aprendizaje fue imprescindible para mi evolución y tenía que incluirlo en mi decálogo fotográfico. Nunca me ha dejado de sorprender ver cómo se refleja su manera de ser en las fotos que hacen y en cómo las hacen. Por mucho que nos guste hacer retratos, por ejemplo, si disparamos a un mismo sujeto en el mismo lugar y al mismo tiempo, sus fotos no van a tener nada que ver con las mías. Si podéis, haced alguna vez el experimento. No hay dos personas que disparen de la misma manera, a no ser que se estén copiando claro.

Esta es la magia de la fotografía, que no hay una buena manera de hacer fotos, si no la tuya propia. Tu esencia. Está claro que es necesario aprender sobre el encuadre, la composición, luces, colores… Pero al final, cuando ya has asentado las bases, lo que va a marcar la diferencia entre tus fotos y las de otra persona, es tu esencia.

5. NO HACE FALTA TENER UNA CÁMARA DE FOTOS PARA HACER FOTOS

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La de veces que habré escuchado a la gente quejarse de que no hacen buenas fotos porque no tienen una buena cámara o o las típicas frases de: “es que claro, con esa cámara cualquiera hace fotones”. No voy a negar que tener un buen equipo ayuda, sobre todo en la calidad de las imágenes. Pero a día de hoy, hay fotos increíbles hechas con móviles o con cámaras vetustas. Lo que importa es que encuentres tu estilo y sepas plasmarlo a través de clicks.

Yo siempre estoy haciendo fotos, incluso cuando no llevo la cámara, las hago con mis ojos. Pestañeo fuerte cuando hay algo que me gusta y me lo guardo dentro. Aprende a mirar de camino a casa o al trabajo, te sorprenderás de la belleza que se esconde tras las rutinas.

6. NO SÉ LO QUE QUIERO PERO SÍ LO QUE NO QUIERO

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Cuando empecé a hacer fotos no sabía qué me gustaba y qué no. Así que hice de todo. Empecé con bodas, fotos de estudio, comuniones, fotografía de producto, nocturna, boudoir, newborn… Hasta que poco a poco fui descartando lo que no me gustaba o no me hacía sentir cómoda a la hora de fotografiar.

Muchas veces me habéis preguntado cómo he encontrado mi estilo, y a pesar de que creo que mi estilo va evolucionando conforme yo lo hago, la respuesta es sencilla: disparando constantemente. A través de la fotografía he aprendido mucho sobre quién soy, qué me apasiona y por qué. Todas disparamos hacia afuera mientras miramos hacia adentro. Así que si quieres descubrirte, dispara a todo.

7. VIVE EL DOBLE

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En ocasiones me da por ponerme a pensar en el futuro y en si estoy haciendo las cosas lo suficientemente bien como para que, cuando sea viejita, mire atrás y me sienta medianamente orgullosa. Siempre llego a la misma conclusión: “A ver Remy, no vas de camino a ser Teresa de Calcuta ni por asomo, pero tampoco eres Hitler, así que conténtate al pensar que un montón de personas van a vivir varias veces a través de tus fotografías”.

Así que, haced fotos de todo, porque lo que ahora parece irrelevante en unos años tendrá muchísimo valor.

8. LA ANSIADA SOLEDAD DEL FOTÓGRAFO

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Creo que el fotógrafo se inspira en la soledad. Al menos yo lo hago. Es como si al poner una cámara entre el mundo y mi mirada, me separo de él y puedo observarlo sin interrupciones. Cuando hacía fotos de boda, me encantaba poder observar a la gente y que nadie me dijera: “¿qué haces fotografiándome?”. Es como si en medio del bullicio, estuviese sola con mi cámara y mi mundo interior.

Es mi manera de meditar, de hablar conmigo y entender qué me ocurre.

9. BUSCA, COPIA, CREA, ADMIRA

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Si estás empezando a hacer fotos, busca referentes que te gusten y cópialos. Copia mucho hasta que te sientas segura de que tú sola puedes comenzar a crear e inspírate en aquellas fotógrafas que más te gustan.

Yo al principio copiaba TODO. Tenía una carpeta en Pinterest para cada sesión de fotos que hacía y después de llenarla de imágenes, me hacía guiones y en las sesiones iba paso a paso haciendo las fotos que me marcaba Pinterest.

Así fui descubriendo qué disfrutaba capturando y ganando confianza conmigo misma para lanzarme a crear mis propias imágenes.

Ahora ya no copio, pero sí me inspiro en grandes referentes a los cuales también admiro.

Nadie nace aprendido y copiar, siempre y cuando se haga sin ninguna otra pretensión que la de aprender, es una buena manera para conseguirlo.

10. LA CAPACIDAD DE AUTOCRÍTICA COMO MÉTODO DE SUPERVIVENCIA

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Es más que necesario criticarse a uno mismo si pretendes mejorar. No hablo de castigarse, si no de ser realista y observar qué puntos deben evolucionar en tu trabajo. Los mejores fotógrafos que conozco son los más humildes porque no se regalan los oídos con lo que han conseguido si no que siempre están afilando el lápiz.

Si un día llegas y dices: “esta es la mejor obra que voy a hacer en mi vida”, firmarás tu propia sentencia. Habrás muerto artísticamente. No dejes que eso ocurra.

Celebra tus éxitos, ama lo que has creado, pero si alguien te pregunta cuál de tus fotos es tu preferida, responde como Imogen Cunningham: “Una que voy a hacer mañana”.

Hasta aquí mi decálogo fotográfico. Y vosotras, ¿tenéis unos principios que habéis aprendido gracias a vuestro oficio?

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!