DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 9: GORDO ME SUSURRA COSAS

DIARIO DE UNA CONFINADA

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DÍA 9: GORDO ME SUSURRA COSAS

Mierda, el gremlin se ha tomado el domingo libre y llevo un rato mirando el folio en blanco. A mi Gordo le importa una mierda mi problema: está roncando y emitiendo gruñidos gustosamente. Claro, él en su minúsculo cerebro sabe que todo esto nos lo hemos buscado los humanos. Cada vez que gruñe en sueños creo que está emitiendo una protesta:

Gruñido 1: Esto va por las veces que me has llevado atado como si fuese de tu propiedad y no me dejabas mear en las llantas de mis coches favoritos.

Gruñido 2: Este porque por fin somos los animales los que os traemos un virus que además no afecta en nada a ningún compi animal del globo terráqueo.

Gruñido 3: La cagamos con el ébola, pero de los fracasos aprendemos rápido y ya no más monos muertos.

Gruñido 4: ¿Os creíais poderosos prohibiéndonos el acceso a las playas, cercando montañas que no son propiedad de nadie y dándoselas a algún gordo ricachón que ni si quiera sabe lo que es un olmo o cuándo florece un almendro?

Gruñido 5: Pues ahora sois vosotros los que estáis recluidos en jaulas y mientras, nosotros paseamos libres por primera vez después de mucho tiempo. La pachamama ha hablado y por fin estáis aprendiendo a escuchar.

Menudo discurso me acaba de soltar. Yo, que después de ver tanto al encantador de perros, estaba convencida de que los perros no tenían conciencia y mira, resulta que tengo al Dalai Lama perruno.

El caso es que creo que tiene razón en todo. Ayer mismo me llegó un vídeo de un corzo correteando feliz por un polígono de Navarra y pensé: es la imagen perfecta del apocalipsis. Hasta merecería la pena que nos pasáramos encerrados un año, si así un nuevo ciclo de la naturaleza comenzase. El aire se limpiaría, la contaminación descendería en picado, los animales volverían a ser libres y a no temer a esta raza asesina de humanos... Todo volvería a su cauce natural.

¿Has pensado alguna vez que somos el único ser vivo con conciencia (exceptuando a mi Gordo Dalai Lama) que actúa en muchísimos casos de la manera más cruel e inconsciente? En otras palabras, que tenemos cerebro y decidimos no usarlo. O peor aún, le sacamos partido de la manera más rastrera, egoísta y estúpida.

Sólo espero que por fin aprendamos que el mundo no nos pertenece, que hasta el dinero proviene de los árboles y que sin madre naturaleza feliz y protegida por todos, el fin del mundo viene de la mano del amigo Covi.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!