DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 2: EVITA CAER EN LA DESIDIA

DIARIO DE UNA CONFINADA

DÍA 2: EVITA CAER EN LA DESIDIA

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Soy autónoma y más concretamente, fotógrafa. Seguro que cuando digo esto me imagináis viajando , de aventura en aventura, fotografiando culturas distintas... Pues bajaos de la nube porque el 80% del tiempo me lo paso en casa trabajando. Así que para mí esta cuarentena no me resulta tan molesta como a aquellos que cuando Facebook les preguntó dónde habían estudiado contestaron: “en la universidad de la calle”.

Siempre he sido muy casera. Me gusta hacer planes fuera evidentemente y hacer deporte en la naturaleza, viajar... Pero en muchas ocasiones, cuando he estado de cañas con amigos he pensado para mis adentros: Y lo a gusto que iba a estar en casa en vez de aquí, ¿qué?

Un amigo me ha dicho que ya estaba encendiendo la Play para jugar al Final Fantasy y yo me he acordado de mi antigua Game Boy (ahora caigo en que eran para Boys y no para Girls). Luego he pensado en un juego del PC que me flipaba y se llamaba Grim Fandango. Dime que lo conoces por Dios. Y también me ha venido a la cabeza el consejo de “nunca hay que tomar decisiones en caliente”, razón por la cual mi ex se quedó todos los puzzles de Mordillo que me quedaban por hacer. Qué bien me vendría ahora estar uniendo piezas mientras me pongo a Òlafur Arnalds de banda sonora y desconecto del mundo un rato.

Pero en vez de hacer puzzles -creedme que he estado a punto de comprarme varios en Amazon pero he desistido porque creo que no llegarán y también porque no puedo ir predicando el “quédate en casa” mientras obligo a unos pobres transportistas a traerme a casa objetos que no cumplen ningún requisito para considerarlos de necesidad básica- me he leído un par de revistas de fotografía, he paseado a mi dedo índice por Tinder con un resultado de cero matchs y mucho miedo, he visto un capítulo de la Maravillosa Miss Maisel, he hecho un par de videollamadas con amigas, he intentado pegarle sustos a Nathalie por teléfono sin aparente éxito, he pintado un par de acuarelas y he comido mucho. Nada sano, todo chocolate.

El día en el que nos devuelvan la libertad auguro a un montón de vecinas abuelitas comentándonos en el ascensor, mientras nos barren con sus pupilas de arriba abajo: “Ay, pero qué hermosa te has puesto ¿eh?”.

Está claro que no ha sido un día para nada memorable a excepción de cuando el reloj ha marcado las diez de la noche y todo el barrio se ha puesto a aplaudir en sus balcones. Hasta el vecino de enfrente ha sacado su saxofón y se ha puesto a tocarlo. Mientras aplaudía y se me erizaba la piel, he pensado que esto sí es ser cívico y solidario. Si de algo me siento orgullosa es de todos los que hacen que la Sanidad Pública de este país sea tan buena. Gracias a los héroes de batas. Otro día mis vítores irán para los trabajadores (transportistas, dependientes de super mercados...) que siguen al pie del cañón abasteciendo a todo un país, pero hoy le tocaba a la Sanidad.

Si es que, aunque estemos enclaustrados en nuestros hogares, si remamos hacia la misma dirección en este océano desconocido, saldremos victoriosos y unidos.

Qué patriótico me ha quedado esto último, ¿no?

Ale, buenas noches. Mañana más.

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Remys Door

Mi nombre oficial es María de los Remedios Puerta, así que tuve reinventarlo para que la gente que sólo conoce mis fotografías no pensase que era una abuelita de un pueblo de La Mancha. Así que ahora, soy Remys Door, encantada de saber que, de alguna manera, ya hemos cruzado un saludo. Nací en el norte de España, vi poco al sol, pasé frío y soñé mucho.

Estudié la carrera de Publicidad y RR.PP. me licencié y, como la crisis estaba en su máximo apogeo, decidí emprender y crear con uno de mis hermanos un cementerio virtual. Gran idea, ¿verdad? Para los muertos digo. Para nosotros, no tanta. Mientras escribía en un blog sobre lápidas, cementerios y cipreses, la fotografía llegó en un saco de los Reyes Magos gritando mi nombre. En aquella época, mi hermano mayor jugaba a cabalgar sobre sus billetes verdes -no el que estaba diseñando tumbas, ése era bastante pobre- y aquellas Navidades se vino arriba y me regaló una réflex. Recuerdo que aquel frío día de enero me eché a la calle nada más amanecer y comencé a hacerle fotos hasta a las hormigas que se amontonaban en frente de mi calle. Evidentemente, todas salieron desenfocadas, quemadas o demasiado oscuras. Pero... ¡Qué sensación aquella!

Aquel regalo marcó un antes y un después. Mi cámara se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Incluso cuando no la llevo, sigo disparando. Así fue como a día de hoy, en vez de decirle a la gente que diseño tumbas virtuales, contesto que soy fotógrafa. Y más vale.

En este arduo camino que supone emprender he aprendido mucho y cuanta más experiencia acumulo, más necesidad tengo de compartir lo que sé. A través de mi cámara he descubierto quién soy. Creo que la fotografía tiene un poder terapéutico increíble: todas disparamos hacia fuera, mientras miramos hacia adentro.

Actualmente, además de sesiones de fotos, imparto cursos online relacionados con la fotografía, realizo mentorías creativas online, y escribo posts para distintas marcas. Todos mis servicios quieren cumplir el cometido de ayudarte en la comunicación de tu marca y a que en definitiva, te conozcas más a ti misma. Si te has quedado con ganas de saber más pregúntame lo que quieras. Te informaré encantada de lo que necesites. Y ya que estás aquí, ¡te deseo una feliz vida!