DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 52. AQUÍ AÚN QUEDA UN POCO DE LUZ
DIARIO DE UNA CONFINADA
DÍA 52. AQUÍ AÚN QUEDA UN POCO DE LUZ
Hay libros con los que te cruzas y te llaman. No sé si es por la portada, el título o que tiene vida propia y se obsesiona con aparecer en cualquier biblioteca para que lo leas. Eso me ocurrió con “El camino del artista”. Antes de que fuese mío, se me aparecía en todas las estanterías. Incluso en casas de conocidos. Tanta fue su persistencia que me rendí, lo compré y comencé a tragarme sus palabras.
No es una novela. Podríamos catalogarlo, por mucho que odie ese término, como un libro de autoayuda para artistas. En él, su autora, que también es artista, cuenta cómo sufrió una crisis muy grande y dejó de crear obras. Para salir de ahí, comenzó a realizar distintos ejercicios que va comentando en el libro.
Nada más empezarlo, Julia Cameron (la escritora) te promete que si llevas a cabo todos los ejercicios a raja tabla, vas a conseguir tener éxito como artista. Lo prometía con tanto descaro que pensé: “A ver, Remy, si tú te crees todo lo que cuenta Iker Jiménez en Cuarto Milenio, no vas a dártelas ahora de incrédula”. Además, me sorprendió mucho que varias personas de mi alrededor lo tenían y se lo habían leído. Pero ninguna de ellas había llevado a cabo los ejercicios.
Así que pensé que, hasta que no hubiese hecho los ejercicios, no podría criticarlo porque no hay cosa que más odie que a los jueces ignorantes. Recuerdo que fue en agosto del año pasado cuando comencé a leerlo. El primer ejercicio se basa en que todas las mañanas hasta que te mueras, tienes que escribir tres folios nada más despertarte. Ella lo llama “las hojas matutinas” y explica que no tienes que poner nada coherente en ellas, ni escribir un libro, simplemente se basa en vaciar los pensamientos de tu mente en ese momento. Según su experiencia, muchos de nuestros bloqueos creativos están en nuestro subconsciente y gracias a las hojas matutinas, vas a poder ir desanudándolos y fluyendo más creativamente.
Yo me prometí que hasta que no consiguiese escribir 21 días seguidos sin fallar ni uno, no pasaría a la siguiente tarea. Fue a principios de marzo, justo antes de que nos confinaran, cuando conseguí escribirlos. Ser dispersa es algo que siempre está en guerra con la constancia. Pero por fin, cumplí mi objetivo. A día de hoy, he escrito de seguido durante 82 días y alrededor de 246 folios. Y lo más fuerte de todo, es que no pienso dejar de hacerlo nunca. Evidentemente, seguro que de cuando en cuando, algún día fallo pero no quiero desprenderme de una actividad tan cargada de cosas buenas.
Si os soy sincera, hasta que llegó el confinamiento no había notado absolutamente ninguna mejoría aplastante en mi creatividad. Quizás, es que tampoco había sido muy consciente. Pero en esta cuarentena, mi creatividad ha explotado de una manera que jamás me hubiese imaginado. Me siento súper enérgica, positiva y con unas ganas imparables de estar creando cosas todo el rato. Veo mi futuro con más claridad y me siento capaz de dejar de soñar para empezar a hacer.
Las hojas matutinas son como mi rato de meditación. Pongo el despertador a las 6.30 de la mañana. Nada más sonar, sin salir de la cama y con los párpados perezosos, agarro el boli y el cuaderno a tientas y comienzo a escribir. Nada de lo que pongo es interesante. Suelo escribir frases como: “joder qué sueño tengo.”, “Ay, que me hago pis.” o “qué ganas tengo de pisar la playa”. Todo inconexo y sin ninguna pretensión poética. Al cabo de media hora, he terminado la última hoja y no hay día que me despierte malhumorada o estresada.
Te cuento esto porque creo que todos nosotros llevamos dentro un niño interior cargado de una creatividad brutal. El problema está en que no nos lo creemos y nos puede el miedo al fracaso. Está claro que no todos tenemos los mismos dones, pero si ni siquiera nos damos la posibilidad de intentar aquello que nos motiva, ¿qué clase de amor te estás brindando a ti mismo? ¿Acaso no te quieres tanto como para demostrarte que eres tan enorme como desees serlo? Confía en ti un poco, anda. Que ya tenemos suficiente mediocridad en el mundo y necesitamos a personas que brillen para darle guerra a la oscuridad.