DIARIO DE UNA CONFINADA. DÍA 30. ES CASI MI CUMPLE
DIARIO DE UNA CONFINADA
DÍA 30. ES CASI MI CUMPLE
He desayunado pollo con patatas. Es el lujo de que sea domingo y no tenga que cumplir con ningún horario. Si no estuviese encerrada, imagino que estaría escalando por el monte, pero desayunar asado tampoco es mal plan, ¿eh?
Tuve un ex-novio al que le molestaba mucho que siempre viese el lado positivo de todo. No soy psicóloga, pero que imagino que su rabieta era consecuencia de que él era incapaz de dejar su pesimismo a un lado. Aunque nunca se lo dije, ya lo que nos faltaba. Evidentemente, no tardamos en pasar de llamarnos cariño a nombrarnos, mutua y nostálgicamente, como “ex”. Qué palabra más fea, ¿verdad?
Ahora con el tiempo, creo que tenía un mini punto de razón porque, aunque sigo siendo una optimista incansable, he aprendido a no dejarme llevar por las palabras y comprometerme más con los hechos. Algo bueno tenía que traer estar a punto de cumplir los 33. Menuda cifra más fea, pero qué gustazo seguir cumpliendo.
Siempre que se acerca mi cumpleaños pienso mucho sobre hacia dónde me dirijo y creo que es la primera vez en los últimos años en las que estoy bastante orgullosa de mí misma. Sé lo que quiero y lo que no. Lo que necesito ya lo tengo más que cubierto, soy de esta parte de la población que ha nacido en un país en el que nadie se muere de hambre y tiene dónde dormir. Eso es algo que se nos suele olvidar con frecuencia mientras nos quejamos.
Hace unos años cuando estuve en Senegal, conocí a un montón de africanos. Casi todos ellos me pedían matrimonio y no precisamente porque estuviera buenísima – que también. Perdóname pero es que sufro de pibonexia – sino porque era blanca y para ellos eso es sinónimo de abundancia económica. Una tarde, mientras tomábamos el té a 40 grados tuve una conversación esclarecedora con uno de ellos:
Te piensas que soy rica, y que si te casas conmigo vas a solucionar tu situación pero si vieses mi cuenta bancaria, te lo pensarías dos veces – le comenté.
¿Tú en España tienes coche?
Sí, claro. Lo necesito para moverme.
Pues para nosotros, ya eres rica.
¡Booom! Tocada y hundida. A partir de aquel día, cambié totalmente de perspectiva y ahora cada vez que escucho a alguien quejarse de cosas mundanas como que está lloviendo, que el chico que le gusta no le escribe, o que llega justo a fin de mes, pienso para mis adentros: Remy, ellos también tienen coche.